Sabemos que Rusia invadió Ucraina el 24 de febrero de 2022 con dos objetivos estratégicos: anexionarse territorios como Lugansk y Donetsk, fronterizos con Rusia y previamente desestabilizados, así como situar un gobierno títere en Kiev.
Sabemos que, con esa invasión, Rusia vulneró el Memorándum de Budapest y deshonró el Tratado de Bialowieza https://joseramonferrandis.es/nota-sobre-rusia-y-la-guerra-de-2022-segunda-parte-2/ en su deseo de ir recuperando las fronteras de la URSS.
Sabemos que los servicios de inteligencia exterior rusa erraron al calcular la resistencia que los lideres y el pueblo ucraino plantearían a la invasión rusa.
Sabemos que, antes de esta invasión, el primer golpe ruso en la estrategia antes mencionada fue la anexión de Crimea[1]en 2014, que no tuvo respuesta por parte ucraina, cuyo ejército estaba completamente desarbolado.
Sabemos que la enorme superioridad militar teórica de Rusia no le ha servido para lograr sus objetivos. El ejército ruso ha demostrado estar obsoleto en equipos y tácticas, resultando en una sucesión de derrotas inesperadas[2]. Con todo, puede reemplazar los equipos perdidos con relativa rapidez, aunque sean de la baja calidad y eficacia[3] que se ha comprobado son.
Sabemos que Ucraina resiste a la maquinaria rusa en una guerra que ha pasado de intentar ser relámpago a ser de desgaste, donde la ventaja numérica y de equipos de Rusia es mucho mayor. La nueva estrategia rusa es obligada por la inepcia de su ejército y de sus mandos, que han sido sustituidos de forma aleatoria.
Sabemos que las pérdidas humanas son altas en los dos bandos, con muchas más bajas rusas, debidas al tradicional desprecio de los comandantes rusos por las vidas de sus hombres.
Sabemos que el ejército ruso ha tenido y tiene que utilizar tropas mercenarias[4] para estabilizar un frente que se descomponía rápidamente por la escasa formación militar de los conscriptos rusos.
Sabemos que las tácticas de Rusia pasan por golpear a la población civil para debilitar la moral de combate de sus enemigos. Los crímenes de guerra de Rusia son similares a los de la URSS en todos los territorios en los que operó desde 1939.
Sabemos que la resistencia de Ucraina pasa por el apoyo de Occidente en material militar. De cesar o reducirse éste, Ucraina perdería la guerra rápidamente.
Sabemos que la característica bravuconería rusa (amenaza de eventual uso del arsenal nuclear, despliegue de misiles hipersónicos, fraseología chulesca…) es despreciable en todos los sentidos del término.
Sabemos que un solo ataque con misiles tierra adentro de Rusia tiene efectos devastadores sobre la moral de la población rusa y el armamento atacado. El Ejército ruso no ha sabido evitar que se produzcan estos golpes esporádicamente.
Sabemos que la Guerra Fría no se cerró en falso, sino que claramente fue una derrota sin paliativos de la URSS[5]. En 1991, Rusia era un estado emergente destruido, absolutamente incapaz de defenderse, que recibió apoyo occidental continuado[6] para restructurarse bajo nuevos criterios de ordenación económica y política.
Sabemos que, durante la égida de Boris Yeltsin, Rusia se aproximó a la Unión Europea, de la que quería formar parte[7]. Incluso la OTAN tenía una oficina en Moscú para ver de integrar a una Rusia que entonces transitaba por el camino razonable de una economía de mercado.
Sabemos que la OTAN no se expandió hacia Rusia, sino que los estados más próximos a Rusia[8], conocedores de la historia imperialista de este país, buscaron protección en la OTAN.
Sabemos que la Rusia bajo Putin desestabilizó Georgia y Moldavia para controlar territorios en ambas repúblicas.
Sabemos que los intereses de Putin no son los intereses de Rusia. Los intereses de Rusia son los de sus ciudadanos, que desean vivir en paz y medrar. Los de Putin son pasar a la Historia como un nuevo Zar conquistador de territorios.
Sabemos que Alemania se resiste denodadamente a apoyar al resto de Occidente (Francia va por libre, como siempre) contra Rusia, su suministrador tradicional de combustibles, en los que basa Alemania su eficiencia productiva y bienestar social[9].
Sabemos que Alemania se equivocó gravemente al renunciar a la energía nuclear para la generación de energía eléctrica. La consecuencia, mientras el gas ruso no fluya de nuevo[10], es la utilización parcialmente sustitutiva de lignito marrón, un combustible sucio, pero disponible. Es lo que le queda a Alemania tras diez años de dislates energéticos.
Sabemos que las políticas de sanciones económicas occidentales han hecho una mella inferior a la prevista a corto plazo en Rusia, como suele ocurrir en los casos de países grandes con viabilidad autárquica y grandes recursos naturales en su territorio. El PIB no ha caído un 12% como se auguraba, pero tampoco un 2,3% como afirman las autoridades rusas, cuyas estadísticas son históricamente tan fiables como las chinas. Y ahora, más fiables aún. Con todo y con eso, los datos de la propia ROSSTAT[11] apuntan a una caída del 6%, aproximadamente, con especial incidencia en el sector industrial.
Sabemos que Rusia ha vuelto a situarse como un país exitoso exclusivamente en la explotación de sus materias primas. Los demás componentes, incluido el consumo privado, están acusadamente por debajo de cero, con una tendencia del segundo semestre de 2022 a caer todavía más.
Sabemos que Naciones Unidas está bloqueada desde el Consejo de Seguridad, al que pertenecen Rusia y China[12]. Su Asamblea General (AG) se mantiene extrañamente silenciosa sobre esta guerra. En principio, la AG puede expulsar o suspender a un miembro de la ONU (Artículo 12.1 de la Carta) por dos tercios de los votos, más uno. Asimismo, de acuerdo con el Artículo 5 de la Carta (dentro del concepto “acción preventiva o ejecutiva”), la AG podría suspender los privilegios y hasta la condición de miembro de Rusia.
Sabemos, no obstante, que para que ello sea contemplado, la AG necesita una recomendación al efecto del Consejo de Seguridad que, además, podría ser vetada por cualquier miembro del Consejo. Rusia lo haría, indudablemente.
Sabemos que la OTAN ha salido ya enormemente reforzada de esta guerra, con nuevos candidatos a ser miembros de la organización[13]
Todo esto, que no es poco, lo sabemos.
No sabemos cuándo ni cómo terminará esta guerra. No todas terminan[14] en un plazo previsible, pero suelen hacerlo, salvo armisticio, que en la práctica es lo mismo a efectos militares.
No sabemos si se está produciendo algún complot potencialmente exitoso en los aledaños del poder en Rusia. Los blindajes de Putin hacen pensar que el autócrata los teme. Los asesinatos de oligarcas, que se realizan con una frecuencia no inferior a su crueldad, hacen pensar en una posible financiación de un golpe palaciego.
No sabemos cómo se reconfigurará el mapa geoestratégico europeo tras el final de la guerra, pues ello depende del cómo termine ésta. Como poco, se entrevé un acercamiento entre Rusia y Turquía que puede comprometer la pertenencia de este país a la Alianza atlántica.
No sabemos si la demostrada incapacidad de la UE para actuar como agente creíble en esta guerra, entre otras cosas por carecer de ejército propio, estimulará la formación de uno, aunque es muy improbable. Por el momento, todos los movimientos apuntan precisamente en la dirección contraria.
No sabemos cuánto costará la reconstrucción de una Ucraina victoriosa. Se entiende preciso habilitar un enorme flujo de donaciones y la integración de Ucraina en la UE, que vería cómo puede destinar finalmente fondos a algo útil y honroso.
No sabemos cómo quedará el paisaje político e institucional en Rusia cuando la guerra termine. Se prevé la llegada de grupos ultranacionalistas al poder y su implosión a corto plazo por inadecuación a las necesidades de la población. El papel de FSB[15] será decisivo.
No sabemos en qué términos se plantean las conversaciones de paz que sin duda se mantienen entre Ucraina y Rusia, con intervención de terceros. Nótese que son conversaciones, no negociaciones. Dependen de los acontecimientos en el campo de batalla.
Todo esto, que no es poco, lo ignoramos.
[1] Donde se halla Sevastopol. base de la Flota del Mar Negro de la Armada rusa.
[2] Inesperadas para todos, tal es el poder de la propaganda rusa durante decenios. Como sabe el lector, la propaganda y el terror fueron las claves del mantenimiento de la URSS durante 70 años. Rusia no le va a la zaga en las herramientas utilizadas.
[3] Casi aparte tiene la artillería y misiles, cuya masividad y alta frecuencia en su utilización provoca graves daños en la retaguardia ucraina.
[4] El Grupo Wagner, esencialmente.
[5] Relatos relativistas (“revisionistas”, dirían ellos) surgen de vez en cuando para solaz de nostálgicos del régimen soviético y carcajeo de la gente normal.
[6] Nadie pensó en aplastar a una Rusia indefensa.
[7] Era una ensoñación, geográfica, económica e históricamente, pero era.
[8] Bulgaria, Chequia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia y Rumanía.
[9] Al revisar el devenir de la autorización para utilizar los ya famosos tanques Leopard se percibe la actitud alemana a contrapié del resto de Europa. Por cierto, los Leopard serán reemplazados por los Panzer. Sí, Panzer. ¿Recuerdan el Acuerdo germanosoviético de agosto de 1939? Finlandia (por no hablar de Polonia) sí se acuerda. https://joseramonferrandis.es/la-nueva-guerra-imperialista-de-putin/
[10] No será a través del Nord Stream.
[11] http://government.ru/en/department/456/
[12] Esta última, de manera incomprensible e injustificada.
[13] Nuevamente, como en los casos anteriores, debido al temor que las acciones rusas despiertan en sus poblaciones, no a la voluntad de la OTAN de expandirse hacia el este. Esa afirmación no resiste el menor análisis y es propaganda rusa.
[14] La Guerra de Corea no ha terminado, técnicamente, y la tensión alcanza de manera esporádica momentos preocupantes. Que no se haya firmado la paz entre Japón y Rusia (heredera de la URSS) no afecta poderosamente a las relaciones entre ambos países.
[15] Servicio Federal de Seguridad (Federálnaya sluzhba bezopásnosti), sucesor de la KGB, Comité de Seguridad del Estado.