El 24 de febrero de 2022, tropas rusas acantonadas desde meses antes de esa fecha en la frontera oriental de Ucraina, lanzaron un ataque sobre este país. Lo llamaron “Operación especial” por dos razones. Una es técnico-jurídica, pues ese tipo de escenarios formales no requiere efectuar una movilización general. La otra es estrictamente propagandística[1]. Todos los esfuerzos de Putin han sido en vano, incluso en grandes sectores dentro de Rusia: esta es una guerra de conquista.
Veamos una parte de la larga tradición soviética y rusa de imperialismo armado.
El 30.11.1939 (tres meses después de que se iniciara la II Guerra Mundial), la URSS lanzó un ataque masivo sobre Finlandia. La justificación de la URSS fue obtener por la fuerza territorios extra para garantizar la defensa de sus fronteras con más kilómetros de espacio[2]. Tras enormes pérdidas materiales y humanas, la gigantesca maquinaria guerrera de la URSS terminó aplastando la resistencia de Finlandia, que perdió el 11% de su territorio. La URSS hubiera querido hacerse con toda Finlandia, antaño parte del imperio de los zares, pero no pudo.
Terminando la II Guerra Mundial en el escenario europeo, Rusia se quedó con el enclave de Königsberg, territorio alemán, cuya superficie alcanza los 15.100 km2, al que llamó Kaliningrado[3]. No se anexionó Königsberg porque fuera la ciudad natal de Emmanuel Kant sino porque su puerto no se hiela en invierno, rara avis en territorio soviético.
En 1990, líderes separatistas moldavos declararon la independencia de Moldavia[4] de una franja de terreno de 4.163 Km2. La llamaron Transdnistria. Se encuentra entre el río Dniéster y la frontera oriental de Moldavia con Ucraina. La independencia de 1990 dio paso a la guerra de Transdnistria en 1992. Establecido un alto el fuego, la situación actual es característica de toda intervención rusa más allá de sus fronteras: unidades militares rusas destacadas allí con su armamento, moneda propia (rublo transdnistrio) y el idioma ruso como lengua oficial. Sólo tres países no miembros de la ONU[5] reconocen a Transdnistria.
Tras la implosión de la URSS en diciembre de 1991, sobrevino un período de gran escasez, caos social, descenso de la expectativa de vida al nacer[6]y caída del PIB hasta en un 25% según las autoridades rusas. Tras recuperarse de la extrema debilidad en que se encontraba, Rusia hizo suya la mentalidad expansionista y militarista de la URSS.
Georgia se había declarado estado independiente antes de la implosión de la URSS, con efectos de abril de 1991. Tan pronto como en diciembre de 1991, estalló un golpe de Estado auspiciado por Rusia. En 1995, Abjasia y Osetia del Sur se declararon independientes de Georgia. Una vez realizada la subsiguiente y tradicional brutal limpieza étnica, Rusia firmó en agosto de 2008 los decretos de reconocimiento de la independencia de Abjasia y Osetia del Sur.
Paralelamente a la descomposición de la URSS y dentro de la CEI, Bielorrusia se convirtió en estado vasallo de Rusia, con un gobierno títere dirigido (como desde que la URSS estaba vigente: este hombre es un superviviente) por Alexandr Lukashenko[7].
En 2021, tras importantes disturbios en Astaná, capital de Kazajstán, fueron tropas rusas aerotransportadas las que devolvieron rápidamente el orden al país.
Como ven, el modus operandi de Rusia es siempre igual: crea malestar en territorios donde viven rusos o rusoparlantes, lanza movimientos separatistas (que apoya), envía armamento y mercenarios y al cabo, reconoce a esos territorios, que segrega de facto de su nación originaria. El Derecho internacional es violentado y Naciones Unidas no reconoce los nuevos mini estados vasallos de Rusia, pero ésta crece sin cesar.
Así que Rusia lo ha intentado con Ucraina. Viendo que Occidente no reaccionaba a la anexión de Crimea en 2014, Putin, envalentonado en su búsqueda de un nuevo imperio clásico que mimetice al de la URSS en extensión, decidió engullir más de medio millón de kilómetros cuadrados de golpe. Medio año largo más tarde, ha sufrido 100.000 bajas y perdido ingentes cantidades de material. Ha sido fuertemente derrotado en el campo de batalla. Consecuentemente, ha reposicionado su estrategia y el 30.9.2022 ha reconocido la anexión de Donetsk y Lugansk a Rusia.
Continuará. Las siguientes, si consigue anexionar toda Ucraina, son las repúblicas bálticas, casus belli automático con la OTAN. A menos que paren a Putin.
Putin y Lukashenko en septiembre de 2022
[1] Los rusos, herederos directos y principales de la Unión Soviética, son maestros de la propaganda. Su padre putativo fue un alemán, Willi Münzemberg, como alemán era el capo de la propaganda de sus primos nacional socialistas, Joseph Goebbels. Esencialmente, se trata de vender una idea, de que te la compren. Putin quiso vender que esta invasión era en realidad una operación de limpieza de nazis ucranianos, una ensoñación. Hubo quien se la compró, pero fueron los menos. Putin no es Münzemberg.
[2] Este argumento es el esgrimido tras mayo de 1945, cuando el control del Ejército Rojo sobre la nueva Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Austria, Alemania del Este (luego RDA), Bulgaria y Rumania era completo. Ese era el colchón que quería la URSS hasta/para poder lanzar sus armas contra Occidente.
[3] Por Mijaíl Kalinin, revolucionario ruso de la primera hora, que desempeñó un importante papel institucional en la URSS hasta su muerte en 1946.
[4] Moldavia formaba parte de la URSS. Esta gente se adelantó al hundimiento que ahora veremos y pasó a vincularse a Rusia.
[5] Abjasia, Osetia del Norte y Artsaj (antes, Nagorno-Karabaj).
[6] Que en el caso de los varones se situó en 55 años. La caída en la demografía fue espantosa, pues desapareció la red de protección que permitía la difícil supervivencia de los ciudadanos.
[7] Quien permite el paso de tropas rusas en la invasión de Ucraina y está dispuesto a sumar efectivos bielorrusos. La voz de su amo.