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Un blog reaccionario

«Verum, Bonum, Pulchrum»

Un magnífico Primer Ministro húngaro

por | 25 Feb 2023 | Países / Áreas geográficas

Ese primer ministro se llama Viktor Orbán, quien es asimismo presidente del partido político Fidesz- Unión Cívica Húngara, cuyos estandartes son la defensa de la nación húngara, el Cristianismo como fuerza vertebradora de Europa[1], la institucionalización de los valores que han hecho grande a Occidente, la moral natural y la independencia de su país frente a las injerencias de los países más poderosos.

El partido (y Orbán) ha dominado la política húngara a nivel nacional desde su aplastante victoria en las elecciones de 2010 en lista conjunta con el Partido Popular Demócrata Cristiano. Conservó la mayoría parlamentaria en 2014​ y nuevamente en 2018 y en 2022, cuando arrasó[2].​ Fidesz también goza de mayoría en los 19 condados (el 100% de ellos), en 20 de 23 de las grandes urbes y en el ayuntamiento de Budapest. Viktor Orbán ha sido el líder del partido durante la mayor parte de su historia[3].

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El 18 de febrero de 2023, Orbán se ha dirigido al Parlamento en el marco de los informes anuales sobre el Estado de la Nación.

En su discurso, Orbán priorizó la reunificación familiar (ver pie de página 7), las políticas de defensa de la familia y una economía orientada a crear puestos de trabajo[4], a ayudar a los pensionistas y a la protección de las finanzas públicas. En un ejercicio de defensa de la propiedad húngara de los medios de producción[5],  se refirió sobre todo a mantener los sectores bancario, energético y de medios de comunicación en manos húngaras, así como a recuperar control en las telecomunicaciones. Hizo especial hincapié en incrementar la inversión en agricultura y el ámbito rural.

Su discurso pivotó esencialmente sobre tres áreas, a las que dedicó la mayor parte del tiempo: la situación de la guerra en Ucraina, las dificultades económicas que atraviesa Hungría y la protección de los niños, enfrentándose sin matices a las políticas LGTBI de la Unión Europea.

Orbán se equivoca al definir la guerra en Ucraina como un enfrentamiento entre Rusia y los EE. UU. No lo es. Es una guerra imperialista clásica desatada por Rusia, por su presidente Putin más concretamente,[6] que sólo busca incrementar su poder e influencia estratégicas. Se puede entender que Hungría dependa del gas ruso para su correcto funcionamiento económico en mayor medida que muchos otros países europeos y que eso module su posición en cierta medida. También es digno de tener en consideración el hecho de que Hungría defienda a los húngaros diseminados en el interior de Ucraina por mor de los repartos territoriales tras el desenlace de la Segunda Guerra Mundial; muchos de estos húngaros reciben un trato discriminatorio negativo[7]. Probablemente subyazca en la opinión de muchos húngaros la nostalgia por la gran Hungría, que perdió el 70% de su territorio tras la disolución del Imperio Austrohúngaro, en beneficio de los nuevos países que emergieron en 1918.

Con todo, se equivoca no haciendo causa común contra el agresor precisamente por eso, porque es un agresor sin justificación alguna. Eso sí, acierta al situar geoestratégicamente la guerra en la inmediata vecindad de Hungría, lo que es un plus analítico diferencial relevante[8].

Dicho esto, Hungría votó por la condena a Rusia en la Asamblea General celebrada en Naciones Unidas el 23 de febrero de 2023, lo que significa que sabe perfectamente cuál es su lugar en la estrategia global.

Orbán hace bien en tratar de galvanizar a la población en este periodo de alta inflación, derivada históricamente del desempeño del Banco Central húngaro (BCH) desde 1990. En un principio, la inflación se vinculó en gran medida con el fuerte crecimiento económico y al sobrecalentamiento consiguiente de su economía desde aquel período inicial. Ahora se debe en parte al mayor coste de los inputs importados, en parte a la poca energía mostrada por el BCH en la subida de los tipos de interés necesaria para combatir el fenómeno monetario; en la medida en que afectan a los productos alimenticios, en parte a los siempre erróneos topes de precios aplicados a los productos de consumo básicos en ese rubro.

Digo que hace bien en galvanizar a la población, pero haría mucho mejor en liberalizar los precios para que éstos remuneraran suficientemente los costes de producción, se incrementara ésta y finalmente bajaran los precios. Como siempre. Seguro que se lo han dicho por activa y por pasiva, pero cuatro elecciones parlamentarias ganadas consecutivamente por Fidesz, con Orbán al frente, hacen que las críticas se templen. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

Y finamente, donde Orbán tiene toda la razón, todo el derecho y todo nuestro apoyo es en enfrentarse a las políticas disolventes de la Unión Europea en materia de discriminación sexual positiva. Hungría ya tiene normas legales[9] contra la propaganda LGTBI. Hungría se opone a que se diseminen contenidos pro-homosexuales en los colegios húngaros[10]. Hungría se opone a la propaganda de género apoyada por la Unión Europea[11]. Hungría es un país soberano.

Orbán, en el discurso, pidió a los legisladores que “refuercen y endurezcan la más estricta normativa de Europa en materia de leyes protectoras de la infancia[12]”. Orbán insistió: “no nos interesa si el mundo se ha vuelto loco, no nos interesan las modas repugnantes en las que algunos se complacen y no nos interesan las excusas y explicaciones que Bruselas da a lo inexplicable. Esto es Hungría, y aquí va a haber la normativa más estricta posible de protección de la infancia. La propaganda de género no es un chiste, ni un arcoíris de palabras, sino la mayor amenaza que se puede arrojar sobre nuestros hijos”.

Muy bien. Ni un paso atrás. Ni para tomar impulso.

[1] Nótese que no menciono a la Unión Europea, ese constructo sin categoría taxonómica conocida.

[2] Es literal. Vean el mapa, donde sólo la región – que no la ciudad – de Budapest y dos pequeños distritos no dan mayoría absoluta a Fidesz.

[3] En 1988, jóvenes principalmente estudiantes fundaron el partido con el nombre de Fidesz (Fiatal Demokraták Szövetsége, “Alianza de Jóvenes Demócratas”) y con un claro contenido anticomunista, por lo que fueron perseguidos por el gobierno comunista, a pesar de operar en la clandestinidad. Consiguieron convertirse en un grupo influyente y formaron parte del nuevo sistema democrático desde el principio, como defensores de los derechos humanos.

[4] Lo que se entiende como una priorización de la creación de puestos frente la subordinación canónica a la productividad general de los factores; difícil planteamiento.

[5] Nada que no defienda Francia, sin ir más lejos, con la llamada acción de oro del Estado. Subordinar decisiones estratégicas en la industria y los servicios a decisiones que se adoptan en países fuertemente competidores en determinados segmentos, y con propiedad estatal en muchos casos, es un problema y la solución correcta no se ha encontrado, pues la casuística impide formular una ley de aplicación general.

[6] No son intereses rusos propiamente los que se encuentran tras la guerra de invasión. Rusia no tiene necesidad alguna de atacar a un país vecino, históricamente hermano (un hermano mayor, ciertamente, porque Rusia empezó su andadura en Kiev, la capital de Ucraina), que no representa ningún tipo de amenaza para Rusia, violando todos los tratados que protegían las buenas relaciones bilaterales y engañando a la comunidad internacional. Son los intereses personales del autócrata que controla los resortes de poder en Rusia, al menos hasta ahora.

[7] Residen sobre todo en Rutenia, territorio húngaro que la URSS retuvo para sí, anexionándolo a Ucraina. En las últimas décadas del siglo XIX el término Rutenia fue perdiendo uso entre la población ucraniana del Imperio ruso, quedando reducido para designar al área del oeste de Ucrania que había formado parte del Imperio austrohúngaro.

[8] “Nosotros vivimos aquí y la guerra es en un país vecino, literalmente. Los burócratas comunitarios no han dado sus vidas en esta guerra, pero los húngaros si lo han hecho”.

[9] Ratificadas en referéndum nacional.

[10] Hungría tiene las leyes antipropaganda LGTBI más claras y terminantes de Occidente. Una de ellas prohíbe la distribución de contenidos que promuevan la homosexualidad y la ideología de género en los colegios.

[11] Que el propio Primer Ministro vincula a la pedofilia: “Digámoslo como es: la pedofilia no puede ser perdonada. Los niños son sagrados e inviolables para nosotros y corresponde a los adultos proteger a los niños a cualquier coste”. Orbán se refería a un reciente escándalo en el que un educador, activista LGTBI varón, se ufanaba de tener relaciones sexuales con un adolescente de 15 años. Zsolt Bite es un homosexual declarado de unos 40 años y se autodenomina “efebófilo”.

[12] La reacción de la UE en este ámbito es conocida: Hungría, dicen, “pone en peligro el imperio de la ley”. No concretan porque se descubriría la impostura. Y acto seguido suspenden los pagos debidos, correspondientes a los fondos de reconstrucción tras el COVID. Es un chantaje en toda regla, que cuenta con el apoyo de algunos muy desviados cargos políticos de relevancia. Así, Mark Rutte (Primer Ministro, Países Bajos) asegura que “mi objetivo es poner de rodillas a Hungría”, y el inefable presidente Macron asegura que la UE no debería “mostrar debilidad enfrentándose a Hungría”.

Autor del artículo

<a href="https://joseramonferrandis.es" target="_blank">José-Ramón Ferrandis</a>

José-Ramón Ferrandis

Nacido en Valencia (España) en 1951. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense. Técnico Comercial y Economista del Estado. Salvo posiciones en Madrid, destinado sucesivamente en Ceuta (España), Moscú (URSS), Washington (EE. UU.), Moscú (Rusia) y Riad (Arabia Saudita). Profesor de Análisis Riesgo País, Análisis de tendencias y Mercados internacionales. Analista. Escritor (Globalización y Generación de Riqueza, África es así, Crimen de Estado). Áreas de especialización referidas a su trayectoria. Con el blog espera poder compartir experiencias y divulgar análisis sobre asuntos de interés general, empezando por el clima y terminando por la Geopolítica; sin dejar de lado la situación de España. Lo completará publicando semanalmente la Carta de los martes, que tiene 4 años de existencia.