Se dice que el zorro (y la zorra, claro) es tan astuto y esconde tan bien su posición y sus desplazamientos que, cuando camina sobre arena, borra sus propias huellas con la cola[1], despistando así a su eventual perseguidor.
Así se puede afirmar de algunos seres humanos, quienes, para no responsabilizarse de sus proféticas afirmaciones una vez ha llegado el tiempo de su materialización y haberse revelado éstas falsas, borran sus huellas. En nuestros días, las huellas tienden a ser electrónicas, pero como cuando eran sobre papel y la hemeroteca ponía en evidencia el error, hoy en día son previsores lectores de informaciones en aplicaciones varias, plataformas al uso y otros medios de comunicación quienes avisan de las equivocaciones. Vamos, que si mientes, te van a pillar, Greta.
Viene el nombre a cuento de una trampa de las muchas que acostumbra tender esta deidad menor de la Calentología, de nombre Greta y apellido Thunberg[2].
Son muchas las falsedades que nos regala esta joven, pero hay una especialmente representativa. Les cuento.
Hace algo más de 5 años, el 21 de junio de 2018, Greta Thunberg, que acostumbra comunicarse por Tweeter, publicó un tweet. Hasta ahí, lógico. Es el texto que está más abajo. Como ven, aseguraba que un científico de primera[3] (top) había publicado un estudio en el que afirmaba que “el cambio climático hará desaparecer la Humanidad a menos que dejemos de utilizar combustibles fósiles durante los próximos 5 años”.
Vaya por Dios, qué susto. Menos mal que, llegado el 21 de junio de 2023, hemos podido comprobar que este mensaje de esta a modo de Juanita de Arco de la religión calentológica es falso, como todos los anteriores. A ver, poniendo las cosas en perspectiva, las cosas no van mejor en el ámbito político ni en el regulatorio, ni en los EE. UU. ni en España[4], por poner dos ejemplos próximos a Harvard y al lector, pero aquí seguimos, tan pimpantes[5].
Monday’s Energy Absurdity: Welp, It’s All Over Now…or Maybe Not (substack.com)
¿Qué hacer ante un evidente error de cálculo, suponiendo que aquí haya alguno y no mero alarmismo interesado? En el caso de científicos (hablo de Anderson, concretamente), si uno tiene una teoría, la pone a prueba. Si los resultados experimentales demuestran que la teoría falla, uno debe cambiar la teoría y reconocer su error. Ese es el método científico. Es la honradez intelectual. Anderson ha preferido borrar sus estudios y no cambiar nada, cosa rentable, sin duda.
En el caso de Greta Thunberg, ¡qué va a hacer!… Seguir con la farsa, de la que come, y muy bien.
No crea el lector que estos son casos aislados. Los calentólogos se permiten todo, desde siempre. Remontémonos, por ejemplo, a Paul Ehrlich[6], quien afirmó impertérrito en 1968: “Debemos entender que, a menos que tengamos mucha suerte, todos desapareceremos en una nube de vapor azul en 20 años”. O sea, en 1988. Si creen que se excusó ante la obvia metedura de pata, se equivocan. Tampoco lo hizo cuando perdió la apuesta que entabló con el economista Julian Simon[7], que le permitió capturar portadas durante meses … para su desgracia.
No son sólo personas las que lanzan mensajes terroristas sobre la evolución del clima. Es el caso del New York Times el 24 de junio de 1988[8], cuando su corresponsal Philipp Shabecoff comenzó la carrera (que como saben, todavía dura, y lo que durará) para atemorizar al lector. Aseguró (“Global Warming Has Begun, Expert Tells Senate”) que las temperaturas iban a subir sin parar y que el nivel del mar no le iría a la zaga. En concreto, previó que el calentamiento antropogénico[9] se materializaría en subidas de temperaturas de entre 3 y 9 grados F, y la elevación del nivel del mar entre 1 y 4 pies entre los años 2025 y 2050[10]. Lo cierto es que, de momento, llevamos 1 grado Fahrenheit https://joseramonferrandis.es/wp-admin/post.php?post=985&action=edit y 4 pulgadas. El ritmo de subida del nivel del mar es estable (con una reciente pequeña flexión a la baja), como pueden ver aquí https://joseramonferrandis.es/wp-admin/post.php?post=863&action=edit. Cuando llegue el día, a ver quién se acuerda de esto, pero en su momento supuso un impacto mayor en la opinión pública, que era de lo que se trataba.
El artículo se refería al Dr. James E. Hansen, director del NASA Institute for Space Studies en Manhattan, quien testificó ante el Senate Energy and Natural Resources Committee. Hansen afirmó que estaba al 99 % Seguro de que la tendencia al calentamiento (de la atmósfera, N. del A.) no era una variación natural sino una causada por la acumulación de CO2 y otros gases artificiales en la atmósfera. “Los primeros 5 meses de 1988 son tan cálidos que concluyo en que 1988 será en año más serán los más cálidos de los que hay registros”[11].
Llegado el año 2001, un periodista de EL MUNDO (Paco Rego) se soltó el pelo. El domingo 25 de febrero de 2001, un informe se situaba en 2020 y explicaba cómo eran las cosas para entonces. Muy ocurrente. Les dejo algunas frases para que se hagan a la idea del tenor. En el enlace pueden ustedes leerlo a sus anchas. https://www.elmundo.es/cronica/2001/CR280/CR280-13.html
- “En una de las cartas geográficas consultadas (quiere decir mapas, nota del autor) actualizada a mediados de 2020, ya no queda rastro alguno de muchas de las playas bañadas por el Mediterráneo y del (sic) Atlántico. El nivel de sus aguas, como pronosticaba el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), ha aumentado hasta cubrir gran parte de las costas europeas. Las olas de calor suben los termómetros por encima de los 40 grados”.
- En el norte de España el paisaje está salpicado de palmeras y la gente prescinde de los abrigos en el invierno.
- Los glaciares alpinos han desaparecido. Los pocos que quedan (¿) siguen en retroceso, lo que añadirá más agua a los océanos.
- El calentamiento de la atmósfera también ha disparado la tasa de evaporación marítima, contribuyendo a aumentar el número y la violencia de tormentas y huracanes, además de inducir otros desequilibrios meteorológicos.
- Casi 300 islas han ido a parar al fondo del Pacífico, engullidas por el aumento del nivel de los océanos.
- En Europa, los deltas del Rin, del Ebro y del Guadalquivir ya han desaparecido ahogados por la subida imparable de los mares.
- En Galicia, las islas Cíes y la de Ons han dejado de ser un paraíso ecológico del ocio. Sus orillas, a las que en otros tiempos llegaban cientos de embarcaciones cargadas de curiosos, han sido tragadas por las corrientes del Atlántico.
- Tierra adentro, la neblina tóxica, que como un sudario cubre las grandes ciudades y asfixia los pulmones de sus gentes, continúa, 20 años después, fumigando con sus venenos el Viejo Continente.
- Esto ha provocado que algunas enfermedades tropicales, como la malaria o el cólera, hayan encontrado nuevas víctimas entre nosotros.
Llegado 2020, nada de lo que el autor había afirmado en su ucronía es cierto.
Un buen amigo me ha enviado algunas frases recogidas en un libro de Steve Koonin, titulado “El clima”. Ha elaborado un buen artículo al respecto. Algunas patrañas sobre el cambio climático (vozpopuli.com) En efecto, son patrañas, pero pertenecen a medios de comunicación e individuos cuya fama desborda las fronteras.
Así, The Guardian publicaba en 2004 que “las ciudades europeas quedarán sumergidas por la elevación del nivel del mar para 2020”.
El New York Times publicó en agosto de 2019 un artículo titulado: ”El cambio climático amenaza el abastecimiento de alimentos en el mundo, según Naciones Unidas”. The Washington Post publicó que “el reguero de desastres relacionados con el clima es más largo cada año que pasa”. Lo dicho, nada de eso ha devenido cierto, pero ni una rectificación, oiga. Están por encima de sus responsabilidades.
En cuanto a personas concretas, la lista es larga[12]. Llama la atención la catadura moral de los sujetos. Por orden cronológico, volvamos a Hansen, ese científico de la NASA, quien predijo[13] en 1988 (su año de gloria) que el Lower Manhattan estaría sumergido en el río Hudson para 2018.
En su celebérrimo documental “An Inconvenient Truth”, Al Gore predijo que no había nieve en el Kilimanjaro en una década[14].
Un paso más adelante en la ignominia, tenemos al cofundador de Greenpeace, Paul Watson: “No importa lo que es verdad, sólo importa lo que la gente cree que es verdad”.
Timothy Wirth, quien fuera presidente de la fundación de Naciones Unidas, afirmó: “Aunque la teoría del calentamiento global fuera errónea, es lo que debe hacerse en aras de la política económica y medioambiental”.
En otro orden de abyección encontramos a Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, quien afirmó sin dudar:“El cambio climático ya nos está matando”. De la SARS-CoV-2, nada. El que manda, manda.
Creo que, con todo lo dicho, el lector se hace a una idea de en qué manos estamos. Este no es sino un pequeño extracto de los errores no corregidos, las falsedades y los engaños con que nos obsequian instituciones, personas y medios de comunicación desde hace más de medio siglo[15].
¿Saben qué? Lo seguirán haciendo. Para eso les pagan.
[1] Ese apéndice es magnífico y además, multiusos. El zorro la suele llevar en posición horizontal, lo que contribuye a magnificar su imagen, ya que mide una tercera parte de su longitud total. La usa como almohada cuando duerme, para mantener el equilibrio cuando corre o salta, para evitar parcialmente la radiación solar, para espantar insectos, para comunicarse y, verosímilmente, para ocultar sus huellas.
[2] Para ser exactos, Greta Tintin (sic) Eleonora Ernman Thunberg.
[3] Que casualmente era de Harvard. Se trata de James Anderson, profesor de química atmosférica que contribuyó acertadamente en su día a establecer que los clorofluorocarbonos (CFCs) dañaban la capa de ozono. Anderson nunca dijo que la Humanidad desaparecería (eso es cosa de Greta la hiperbólica), sino que los niveles de CO2 llevarían a un período en el que no habría hielo en los polos. Pero en referencia al plazo de 5 años, Anderson dijo que, si la Humanidad no se movilizaba “como durante la II Guerra Mundial” para transformar la industria al objeto de que no emitiera CO2 en el plazo de 5 años, entonces no habría recuperación posible (por cierto, esto es una estupidez, la diga Agamenón o su porquero). Anderson patina en otras cosas; dijo asimismo que para 2022 no habría hielo en el Océano Ártico. Ya ven que no es así. Quod Natura non dat, Salamantica non praestat. Tampoco Harvard.
[4] De hecho, van mucho peor que entonces, así como en la Unión Europea y sus instituciones todas.
[5] El hallazgo de esta perla calentológica se lo debemos a David Blackmon Monday’s Energy Absurdity: Welp, It’s All Over Now…or Maybe Not (substack.com), quien a su vez da crédito a Kevin Killough, un periodista de verdad, quien avisó del borrado de Tweet que habla realizado Thunberg. Lo hizo aquí Climate Activist Greta Thunberg Deletes Tweet Predicting End Of World Next Week | Your Wyoming News Source (cowboystatedaily.com)
[6] Profesor de la Universidad de Stanford, entomólogo y ecólogo. Es un adalid del Neomalthusianismo. Ehrlich se hizo famoso por dos cosas, especialmente. Una, por su libro de 1968 The Population Bomb, que afirmaba que la población humana del mundo pronto aumentaría hasta el punto en que sobrevendía una hambruna masiva, con un colapso alimenticio que, según él, ocurriría antes de 1975. Centenares de millones de personas iban a morir de hambre, no sólo en los países en desarrollo, sino en los propios EE. UU. (65 millones de norteamericanos estaban condenados, según él). Para evitarlo, Ehrlich propuso la esterilización y el control de población a escala global (de sí mismo, nada dijo). El paso del tiempo ha puesto de relieve la falsedad de las premisas de Ehrlich: la producción de alimentos se ha multiplicado mientras la población ha crecido fuertemente. Ningún problema.
A sus 91 años de edad, lleva equivocándose groseramente desde sus 46, recibiendo por ello premios y honores, en concreto de la Real Academia Sueca de Ciencias (1990), del International Ecology Institute de Oldendorf/Luhe, (Alemania), 1993, de la Generalidad de Cataluña el Premio Ramón Margalef de Ecología en 2009 y el que más eco tuvo en España, del BBVA el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación (2013). Podemos decir, por tanto, que ha hecho una gran carrera.
[7] Julian L. Simon y Paul R. Ehrlich realizaron en 1980 una apuesta sobre la escasez de recursos naturales que despertó gran interés. El concurso fue albergado por la revista Social Science Quarterly, donde Simon, economista, apostó 1000 dólares a que, a largo plazo, las materias primas no controladas por el Gobierno —incluidos el petróleo y el trigo— no subirían de precio, descontando la inflación. Simon ofreció a Ehrlich elegir cualquier materia prima que quisiera y un plazo superior a un año. Ehrlich eligió cobre, cromo, estaño, níquel y tungsteno. La apuesta se formalizó el 29 de septiembre de 1980, siendo la fecha límite considerada 10 años después, el 29 de septiembre de 1990. Ehrlich perdió la apuesta, pues los 5 minerales bajaron de precio en dicho periodo.
[8] ‘Global Warming Has Begun, Expert Tells Senate’ (1988 exaggerations vs. today) • Watts Up With That?
[9] Ya saben, si no es antropogénico, no importa.
[10] A este periodista hay que reconocerle la astucia zorruna. Puso la fecha límite a 52 años vista, cuando con toda probabilidad él y los lectores estarían calvos. ¡Cuán largo me lo fiais!, como harían decir a personajes suyos Tirso de Molina, Miguel de Cervantes o José Zorrilla.
[11] Estoy Seguro de que esta afirmación les suena reciente. Es cierto, sale a la palestra cada mes.
[12] El blog “Watts Up With That?”expuso una lista en 2014 con 107 predicciones que resultaron ser falsas.
[14] Albert Gore, conocido político demócrata norteamericano, ha pasado a la historia por muchas cosas. Su desempeño en la tergiversación de los hechos y en su rol de Casandra no es el menor. En mi libro “Crimen de Estado” https://www.unioneditorial.net/libro/crimen-de-estado/ lo menciono 18 veces. Y saco a la luz otros muchos casos de errores en la anticipación de eventos que nunca ocurrieron. De hecho, dedico un capítulo entero a las falsas profecías.
[15] A list of these predictions are kept on The Extinction Clock, along with those that have passed their dates. Not a single predicted disaster has turned out to be right.