Cuando se habla de dólar ($), se sobreentiende que uno se refiere a la moneda de los EE. UU. En puridad, uno podría estar refiriéndose al dólar canadiense, al australiano o al de Hong Kong, pero hablamos de la moneda propia de los EE. UU. … y de gran parte del mundo.
¿Por qué se utiliza el $ como moneda global? En términos generales, la moneda refleja el poder del país que la emite.
Y a eso vamos. A que cada vez menos países utilizan el $ como referencia de sus transacciones, si bien en un proceso lento. ¿Por qué? Veamos primero el origen del poder norteamericano.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los EE. UU. emergieron como el país victorioso en los dos escenarios de la guerra, con una industria pujante y una acumulación de capital sin rival[1]. Financiando la reconstrucción (bilateralmente vía herramientas como el Plan Marshall y multilateralmente[2], a través del Banco Internacional para la Reconstrucción y Fomento[3]), los EE. UU. se convirtieron en el hegemón de Occidente y, desde 1991, en la potencia mundial, al menos en términos económicos y militares.
El sistema de Bretton Woods puso en marcha un orden económico y monetario Internacional que confirió estabilidad a los intercambios comerciales gracias a un sistema monetario internacional caracterizado por tipos de cambio fijos. Complementariamente, en 1947 se firmó el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT[4]) que, mediante el procedimiento de las reducciones sucesivas y multilaterales de aranceles y otros obstáculos, abarató el comercio internacional y contribuyó decisivamente al crecimiento y el desarrollo de todas las naciones del mundo que no se aislaron del sistema.
No sólo eso. Gracias a la prevalencia de $, los EE. UU. han financiado (y financian) sus enormes, permanentes y crecientes déficits comerciales, que se sostienen merced a su endeudamiento y que se materializan gracias a las compras de bonos del Tesoro que se efectúan con cargo a los dólares que imprime la Reserva Federal y reciben los países comercialmente superavitarios con los Estados Unidos. Un círculo virtuoso (para los EE. UU.) que tiene un final. Todo tiene un final. Incluso los más grandes imperios periclitan, como es bien sabido por las enseñanzas de la Historia.
Durante más de 70 años, el $ ha sido la moneda de reserva por antonomasia[5]. En el año 2000, la cuota del dólar en ese ámbito era superior al 70%. En 2016 representaba el 65% del total de las reservas de divisas. Su porcentaje sobre el total en el 4º trimestre de 2022 era del 58,36%[6]. Es mucho, sí, pero cada vez menos. Y si ha sido moneda de reserva, además de las razones históricas que hemos esgrimido, es porque también y antes ha sido y es la principal divisa en el comercio internacional. Si se comercia en dólares y se poseen superávits, uno conserva esos dólares y, o bien financia con ellos compras donde los acepten, o adquiere activos líquidos norteamericanos. En febrero de 2023, la cuota del $ en la denominación de bienes y servicios en el comercio internacional era del 84,3%, altísima, pero por debajo del 86,8% del año anterior[7]. Y descendiendo[8].
¿Cuáles son las razones de que el $ decaiga como moneda de intercambio?
La primera es que los EE. UU. (y su divisa) cada vez ponderan menos en el intercambio comercial. Es un epifenómeno del éxito de la globalización: muchos países del mundo crecen rápidamente y lo hacen a costa de los más ricos, que lo hacen a menor ritmo. Éstos no retroceden en términos absolutos sino relativos. En otras palabras, la cuota de mercado global de las exportaciones de los países emergentes se incrementa incesantemente.
La segunda es la inflación que aqueja a $ y €. El aumento de precios ha obligado a los bancos centrales respectivos a elevar los tipos de interés por primera vez desde hace dos décadas. Ello ha provocado un automático aumento del coste de la financiación del comercio en dólares (y en euros, pero no viene al caso) y colateral e inversamente, que la moneda china sea ahora relativamente más atractiva para la financiación del comercio[9]. El yuan es más barato[10]. Y más que va a serlo a la vista de las directrices que emanan de las demenciales estrategias derivadas del Pacto Verde Europeo (UE) y de la Inflation Reduction Act (USA), que como se sabe, van a incrementar la inflación notablemente.
La tercera, que a la vez es la primera razón de que el $ pierda predicamento como moneda de reserva, es la utilización que hacen los EE. UU. del sistema de compensación de pagos conocido como SWIFT. Esto requiere un rebobinado geopolítico. Como es sabido, el 24 de febrero de 2022, Rusia desencadenó una criminal e injustificada agresión contra su vecina e históricamente hermana Ucraina, materializando una invasión en toda regla. Los países de la UE y los EE. UU. reaccionaron imponiendo sanciones a Rusia utilizando el dólar como arma, restringiendo y limitando[11] el acceso ruso con restricciones dirigidas a sofocar la actividad comercial internacional de Rusia. Adicionalmente, se congelaron las reservas rusas en dólares depositadas en los países que instrumentaron las sanciones y – ya hemos llegado a donde estábamos – se excluyó a los[12] bancos rusos del sistema SWIFT[13], lo que imposibilitaba a los agentes comerciales rusos para operar en dólares o en euros.
Los resultados de estas políticas pacatas[14] no están resultando en un empeoramiento sustancial de la posición rusa en su guerra contra Ucraina, pero sí han tenido efectos en la comunidad internacional. Y es que terceros países iniciaron un movimiento para reducir en lo posible su dependencia del $ a la hora de comerciar entre sí. Cuando negocia crudo con Rusia, India usa rupias; la RP China tira de yuanes cuando adquiere crudo saudí, y a ese carro se suben Argentina, Brasil, Irán y los EAU. Unos lo hacen por razón de las ganancias que a corto plazo les produce el intercambio (y ya se verá qué hacen luego con los yuanes; seguramente pagar sus importaciones de China) y otros para evitar tener activos monetarios bloqueables, vista su enemiga con los EE. UU.[15]. Pero no son sólo países no alineados con los EE. UU. los que juegan a ir por libre. La empresa TotalEnergies ha efectuado una operación con la empresa china a CNOOC en yuanes, no en euros o dólares. La France.
En cualquier caso, los países que siguen este camino y tienen superávit comercial, que obtienen divisas (pesos, reales, rublos, rupias, yuanes) pero no quieren conservarlas como reservas por su inestabilidad, las están convirtiendo en oro[16] ante la dudosa estabilidad de éstas.
¿Qué va a pasar ahora? Pues que habrá menos demanda de $, dado que se utilizan marginalmente menos que antes. Inmediatamente después, la demanda de bonos del Tesoro de los EE. UU. descenderá, pues habrá menos dólares para comprarlos. Y ello supondrá que, o bien los EE. UU. dejan de endeudarse como si no hubiera un mañana (o como si pudieran hacerlo ad infinitum), o bien elevan los tipos para hacer los bonos más atractivos, o bien la Reserva Federal compra más y más de ellos[17], como viene haciendo desde hace lustros[18]. Pero poco a poco[19]. La situación es difícil para los EE. UU., porque su déficit fiscal, hechos como están a él desde hace medio siglo, alcanza los $ 2,1 millones de millones y en el gobierno está el partido demócrata, cuya filosofía existencial (de haberla) no contempla reducción alguna del gasto.
La Pax americana ha terminado. El sistema de Bretton Woods, catatónico desde 1971, es historia. La RP China aspira al cetro hegemónico mundial, del que está bien lejos. Se van a formar dos bloques antagónicos, como entre 1948 y 1991. Cada bloque alineará a los suyos[20], que en el caso de China se definen por rechazo a Occidente mucho más que por afinidad con China, a quien temen, con razón.
La ola globalizadora positiva que ha llevado al mundo a su mejor cota de riqueza se va de las playas a donde llevó el bienestar. Deja tras de sí una sustitución de la eficiencia y la complementariedad por la seguridad de una oferta más cara, pero más afín, sin ruptura de las cadenas de suministros[21], garantizando las cadenas productivas[22]. Hasta los alimentos podrán regionalizarse, pues depender de terceros hostiles o lábiles es suicida.
Recuerde el lector cómo la ley Smoot-Hawley creó las condiciones para que la Gran Depresión se convirtiera en un fenómeno mundial que al cabo desencadenó la Segunda Guerra Mundial. Esa ley restrictiva del comercio internacional fue alumbrada por las políticas intervencionistas de la FED. Esto empieza a sonar familiar.
Pues sí: el dólar se encoge. Pero poco. El dólar va a seguir estando al frente de los intercambios comerciales internacionales y en los cofres de los bancos centrales durante un buen período. A pesar de la inepcia de las élites occidentales, va a resultar que al final, es China el tigre de papel. Si Mao Tsé Tung levantara la cabeza….
[1] Estados Unidos concentraba casi el 50 % del PIB mundial.
[2] La suma de BIRF y FMI constituyó lo que se ha venido en llamar “sistema de Bretton Woods”, que ha sustentado el funcionamiento de los Bancos de Desarrollo y el equilibrio financiero de las cuentas públicas durante muchos años.
[3] El BIRF fue el núcleo fundacional de lo que conocemos como Banco Mundial, ahora Grupo Banco Mundial, con cinco instituciones.
[4] Por General Agreement on Trade and Tariffs.
[5] Antes del $, la moneda de reserva más importante durante la mayoría del Siglo XIX y parte del XX (junto con el oro) fue la libra esterlina. Dejó de serlo por sus constantes déficits gemelos (en la balanza por cuenta corriente y en la balanza fiscal). La Gran Bretaña financiaba sus excesos con crédito barato y políticas monetarias y fiscales con fecha de caducidad. La absoluta decadencia británica como potencia militar y económica, así como la pérdida del imperio, acabaron con la libra como moneda de reserva. Eso de vivir por encima de sus posibilidades es lo que tiene. Los EE. UU. van por ese camino. De hecho, el sistema de Bretton Woods quebró durante la guerra de Vietnam, cuando Estados Unidos se endeudó enormemente para financiarla, incurriendo en déficit fiscal. Adicionalmente, en 1971, el país tuvo su primer déficit comercial del Siglo XX. Los países europeos comenzaron a cambiar dólares (sobrevalorados) por oro. Las reservas de oro de Estados Unidos se redujeron. El presidente Richard Nixon impidió las conversiones del dólar al oro, devaluó el $ e instauró un arancel del 10 %. La consecuencia fue el abandono del patrón oro.
[6] De lejos, la primera divisa, seguida por el euro (20,47%), Franco Suizo (7,31%), yen (5,51%), Libra esterlina (4,95%) y, por fin, finalmente el Yuan/Renminbi (2,69%). Uno compone sus reservas de divisas en función de la confianza que le inspiran. https://data.imf.org/?sk=E6A5F467-C14B-4AA8-9F6D-5A09EC4E62A4
[7] Y eso que EE. UU. supone el 15% del PIB mundial y su cuota en el comercio internacional total es sólo del 10%.
[8] Ni el yuan ni el euro son rival para el dólar. De momento en el primer caso, nunca en el segundo. Dicho esto, el yuan crece rápido, si bien desde una base mínima. En 2022, su porcentaje era del 2%, siendo ahora del 4%. Es probable que esto obedezca al comercio bilateral Rusia/China en yuanes.
[9] Piénsese que la FED (Reserva Federal de los Estados Unidos) ha aumentado los tipos de interés nueve veces consecutivas desde 2022, mientras que el Banco Popular de China ha recortado dos veces su tipo de referencia en ese mismo período.
[10] Conviene una digresión, pero fuera de texto porque, siendo esencial para la comprensión del fenómeno comercial como un todo, es marginal para este discurso. Nos habíamos acostumbrado a un mundo sin inflación, incluso con una ligera deflación (lo que, a diferencia de lo que afirman los corifeos del Estado, es una bendición, pero esa es otra historia), desde que la RP China entró a saco en el comercio internacional (abaratando insumos y potenciando la deslocalización hacia allí, otro problemón). Ello provocó un largo período de gran eficiencia económica y crecimiento del comercio internacional.
[11] Pero no anulando: estos errores se pagan caros cuando se trata de Rusia. Por sus dimensiones y por la acendrada y experta gestión autoritaria habitual. Lo que funcionó razonablemente bien con Afganistán, Cuba, Irán y Venezuela no tiene por qué hacerlo con Rusia, Y si la gestión la lleva la administración Biden, un prodigio, pues peor.
[12] No a todos. Craso error, motivado por la necesidad europea de importar inputs energéticos de Rusia. La pertinacia alemana en el error, acreditada durante más de 150 años, brilla como nueva. Estupidez y dependencia a partes iguales. Pobre Unión Europea. Aunque bien mirado …
[13] Acrónimo de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication. Es una plataforma de mensajería que conecta más de 11 000 organizaciones bancarias y de valores, infraestructuras de mercado y clientes corporativos, en más de 200 países y territorios. La plataforma facilita una comunicación segura y un intercambio de mensajes financieros estandarizados de manera fiable. Acoge más de 5.000 millones de mensajes al año.
[14] El legado de Chamberlain es inagotable.
[15] El caso de Arabia Saudita merece unas líneas. Los EE. UU. acordaron (Nixon) con Arabia Saudita que este país vendería su petróleo sólo en dólares. La contrapartida ha sido la garantía militar norteamericana ante Irán, armando y formando al ejército saudí. Esto ha cambiado con Bin Salman y Biden. La alianza arabenorteamericana ha perdido predicamento ante la nueva y pujante sinosaudí, forjada durante la pandemia, gestionada por China en el país árabe. Compren palomitas.
[16] ¿Recuerdan lo que ocurrió cuando Nixon suprimió el Patrón Oro?
[17] La FED ha afirmado que no va a hacerlo, pero nadie duda de que lo hará. Y ya tiene en torno al 22% del total de la emisión viva, más que nunca.
[18] De hecho, la FED es el primer tenedor. La demanda extranjera se viene reduciendo desde 2008, y es inferior al 36% del total (2021).
[19] O no tan poco a poco. La RP China ya lo ha hecho. Se ha desembarazado de una parte de su enorme stock de bonos USA, básicamente pro el procedimiento de no recomprar cuando vencen. Tiene sentido. Es la otra potencia y pintan bastos.
[20] La UE es un verso suelto.
[21] Patentizada por los efectos del SARS-CoV-2, otro regalo de China al mundo.
[22] Casi el 50% de las multinacionales grandes está planificando regionalizar sus cadenas productivas,