Ayer, 17 de noviembre, se celebró el decimotercer aniversario de la denuncia sobre la trama mafiosa que falsea los datos y las conclusiones relacionadas con las variaciones de temperatura en la Tierra.
Por la mañana del 17 de noviembre de 2009, un hacker entró en el servidor de la University of East Anglia Climatic Research Unit (CRU). Copió más de 1.000 correos electrónicos[2] y los publicitó, acompañándolos con la una nota que rezaba así: “Creemos que la ciencia climática es demasiado importante como para mantenerla en secreto. Aquí ven una selección de correspondencia, códigos y documentos. Espero que sirva para darles una idea de cómo son esa ciencia y algunas de las personas involucradas en ella”.
El contenido de esos correos revelaba la forma en que la CRU y científicos colaboradores externos habían estado manipulando información científica para hacer aparecer un inexistente calentamiento global que procedía del CO2 antropogénico. Este hecho es conocido desde entonces como Climategate[3], es decir, la publicación de correos electrónicos enviados entre sí por científicos del clima conjurados para crear la impresión de una crisis antropogénica por completo inexistente en la realidad.
El entonces director del CRU, Phil Jones, se vanagloriaba de utilizar trucos estadísticos para borrar la evidencia de las caídas observadas en las temperaturas globales. El 16 de noviembre de 1999, Phil Jones envió un correo electrónico a los tres coautores del gráfico conocido por el “Palo de Hockey”[4] en el que aparecía la siguiente frase: “I’ve just completed Mike’s Nature trick of adding in the real temps to each series for the last 20 years (i.e., from 1981 onwards) and from 1961 for Keith’s to hide the decline”. O sea: “Acabo de completar el truco de Mike[5] en Nature de aumentar las temperaturas reales a cada serie durante los últimos 20 años (esto es, de 1981 en adelante) y desde 1961 para las de Keith con objeto de ocultar el declive (de las temperaturas, n. del a.)”.
En otro correo electrónico, Jones defendía la práctica de borrar datos[6] en lugar de entregarlos a científicos que no compartían sus puntos de vista y podrían criticar sus análisis.
Hay más informaciones importantes en los correos filtrados. Una reflejaba la ignorancia de los autores sobre la realidad; no conocían los cambios producidos en las temperaturas en el hemisferio Norte en los últimos 100 años;[7] otra se refería a que sí había habido precedentes de temperaturas altas en el pasado,[8] incluidas las del Óptimo Climático Medieval;[9] otra hablaba de las dificultades para encajar la Ciencia en el relato del IPCC.[10] Otra se avergonzaba de algunas actuaciones.[11]
En otros correos proponían boicotear publicaciones científicas que se comportaban como debían y no como ellos querían.[12] En otros sugerían falsear datos proxy[13]para que “dijeran lo que ellos deseaban”,[14] o efectuar operaciones que, si no salían, se ocultaban.[15] En otros correos electrónicos, Mann y Jones hablaban sobre la mejor manera de intimidar a editores que publicaban informes científicos contrarios a los suyos. Así conseguirían eliminar estudios que les contradijeran.[16]
Los académicos que leyeron los correos electrónicos pudieron observar con nitidez que, en la rama de la climatología, hay sectores relevantes e influyentes que aparecen como infantiles, corruptos y en manos de un puñado de desvergonzados.
Se intentó echar tierra[17] sobre el asunto dada su obvia peligrosidad para los calentológos.[18] Por suerte, James Delingpole subió la historia a su columna en The Telegraph y así se conoció el Climategate , “el peor escándalo científico de nuestra generación”.
Los científicos descubiertos adoptaron medidas para bloquear el acceso a los datos y a las metodologías utilizadas, para de esta manera evitar revisiones. Ninguna investigación les conminó a terminar con esas prácticas. El mensaje estaba claro: pueden seguir haciendo lo que quieran mientras la Iglesia de la Calentología siga en el poder. Tienen bula.
El escándalo tras el Climategate debería haberse llevado por delante el catastrofismo climático, pero no fue así: fue ocultado por los medios, los políticos, los activistas, los científicos y los empresarios en los aledaños del poder. Es mucho dinero, mucho poder y mucha transformación social la que está en juego. No les preocupan los costes que esto tiene para la población
[1] Este artículo refleja en parte lo comentado en el libro “Crimen de Estado” del mismo autor. https://www.amazon.es/CRIMEN-ESTADO-Cristianismo-Econom%C3%ADa-Mercado/dp/8472098680
[2]https://www.justfacts.com/globalwarming#global-proxies
[3] El nombre recuerda deliberadamente el incidente conocido por Watergate, nombre del hotel de Washington DC donde miembros del partido republicano espiaban a miembros del partido demócrata. Cuando el asunto fue descubierto por dos periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, alcanzó tal celebridad que terminó costando la presidencia de los EE. UU. a Richard Nixon. Así como las investigaciones del Washington Post sacaron a la luz manejos políticos, las del hacker de la CRU sacaron a la luz los sucios manejos de los calentólogos. La diferencia es el alcance: a los científicos tramposos no les ha costado nada.
[4] Hablaremos de él en breve.
[5] Por “Mike” se refiere Michael Mann, coautor del Palo de Hockey. Nature es la revista científica en la que apareció el estudio que albergaba el “Palo de Hockey”. Temperaturas reales son las temperaturas de superficie medidas con instrumentos modernos“.
[6] “Instructing each other to delete emails relating to the 2007 IPCC report”.
[7] “Conduct an “honest” study about the “uncertainties” of proxies and then “publish, retire, and don’t leave a forwarding address,” because “what I almost think I know to be the case, the results of this study will show” that we “honestly know f**k-all” [i.e., little or nothing] about temperature changes in the Northern Hemisphere over more than a hundred years”.
[8] “I know there is pressure to present a nice tidy story as regards ‘apparent unprecedented warming in a thousand years or more in the proxy data’ but in reality, the situation is not quite so simple. … I believe that the recent warmth was probably matched about 1,000 years ago.”
[9] “It would be nice to try to ‘contain’ the putative ‘MWP’ [Medieval Warm period], even if we don’t yet have a hemispheric mean reconstruction available that far back.”
[10] “I tried hard to balance the needs of the science and the IPCC, which were not always the same.”
[11] “In my (perhaps too harsh) view, there have been a number of dishonest presentations of model results by individual authors and by IPCC.”
[12] “Planning to boycott scientific journals that require authors to release all data and calculations used in their published papers.”
[13] Indirectos.
[14] “Planning to shorten the timeframe of a proxy data series so “it would do what we want.”
[15] “Creating a diagram of raw proxy data to see if it “provided” an “obvious” picture of “unprecedented warming over the last millennium or so”—and then burying this diagram over concerns that it may “dilute the message about the strength of 20th century mean warming.”
[16] En un correo, Jones manifestaba su deseo de desembarazarse de un “editor problemático” del Climate Research (Journal) por atreverse a publicar otros puntos de vista. El editor fue despedido.
[17] Aunque hubo de todo; Emma Brindal, una voluntariosa militante de “Amigos de la Tierra por la justicia climática”, dijo sin ambages: “Una respuesta en línea con el cambio climático tiene que llevar en su corazón la redistribución de la renta y los recursos”. Es socialismo en acción y les parece bien. Se sepa.
[18] “There is no doubt that these emails are embarrassing and a public-relations disaster for science.” (Andrew Dessler, “Climate E-Mails Cloud the Debate” December 10, 2009).