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Carta de los martes del 8 de noviembre de 2022

por | 8 Nov 2022 | Carta de los martes

Queridos amigos:

El 8 de noviembre de 1620, en el contexto de la Guerra de los Treinta Años[1], las tropas católicas españolas y alemanas[2] vencieron a las de los protestantes bohemios[3] en la Batalla de la Montaña Blanca, no lejos de Praga. La batalla fue decisiva en la historia de la Europa central, pero sobre todo en la checa; esa derrota supuso la imposibilidad de lograr su independencia durante los siguientes 300 años.

Veamos cómo se llegó a este vierteaguas. Al finalizar la dinastía de los Jagellón, fue elegido en 1526 al trono checo el español Fernando I de Habsburgo, hijo de Juana I de Castilla y nieto de los Reyes Católicos[4]. Con todo, a principios del Siglo XVII, la mayoría de los territorios bohemios albergaban un gran porcentaje de población protestante, aunque se hallaban bajo la férula del Sacro Imperio Romano Germánico. Éste les había conferido un alto grado de libertad religiosa, así como política[5].

En 1617, el emperador[6] Matías de Habsburgo agonizaba. Fernando, primo suyo, fue nombrado sucesor en el Imperio, así como Rey de Bohemia. Que Fernando fuera católico, como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, era lo normal, pero su nombramiento como Rey de Bohemia alarmó a los protestantes bohemios, que temían perder algo de su gran autonomía. Lamentablemente, era un poco tarde para esa reflexión, puesto que elegían al Rey entre ellos. En 1619 murió Matías y Fernando accedió a ambos tronos como Fernando II, quien de inmediato comenzó un proceso de recatolización en Estiria, que intentó continuar por Bohemia.

Veamos los antecedentes. Un siglo después del inicio de la reforma luterana, católicos y protestantes eran de la misma opinión: las fuertes discrepancias entre ambos grupos debían resolverse de una vez por todas. Ya no era posible seguir templando la situación entre ambos grupos enfrentados en multitud de pequeños desencuentros, ocultos bajo el manto del apaciguamiento.

Cuando los protestantes fueron conscientes de ciertas violaciones[7] de la Carta de Majestad, recabaron la presencia, el 23 de mayo de 1618, de representantes del Emperador en el castillo real de Praga. La reunión terminó de la peor manera posible, con la defenestración de los imperiales[8] por parte de nobles[9] bohemios protestantes. La caída les dejó heridos y el enfrentamiento llegó a un callejón sin salida. A este incidente se le conoce como la “Segunda defenestración de Praga”[10], y fue el detonante de los enfrentamientos militares que terminaron con la batalla de la efemérides del día de hoy.

El descontento con Fernando II impulsó a los estados[11] de Bohemia, con una clara mayoría de protestantes, a destituir en agosto de 1619 al Emperador Fernando II del trono checo y proponer al Elector Federico V del Palatinado, que era calvinista, como sucesor suyo. Federico V fue elegido en noviembre de 1619. Lo prefirieron por dos razones: porque había fundado la Unión Protestante y porque estaba casado con la hija del rey Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia[12], quien ejercía una poderosa influencia en los Países Bajos[13]. Era una rebelión en toda regla, que logró dos reacciones simultáneas: un rechazo frontal por parte de los Habsburgo, que se veían privados del territorio checo, y un enfado monumental de Juan Jorge I de Sajonia, luterano y adversario de Federico V, que perseguía el trono checo. Sajonia se convirtió así en aliada de los Habsburgo. Y es que no se había efectuado el trabajo diplomático previo.

La guerra comenzó, si bien a bajo nivel, en agosto de 1618. Los bohemios más extremistas buscaban expandir la rebelión a los demás estados de Bohemia y a Austria, así como implicar a potencias extranjeras en una guerra de religión. Los imperiales querían una guerra rápida y contenida para evitar ese contagio.

Las primeras escaramuzas tuvieron lugar en el Palatinado. El ejército de los estados protestantes de Bohemia y Moravia ganó las primeras batallas. Entonces, España (Felipe III[14], un Habsburgo[15]) entró en liza, aportando hombres, recursos financieros y el peso de su condición de líder de Occidente. A finales de agosto de 1620, los destacamentos imperiales iniciaron la llamada Campaña del Palatinado, dirigida magistralmente por Ambrosio Spínola. Fue un éxito sin paliativos: el 14 de septiembre cayó Oppenheim[16], el 1 de octubre, Bacharach, luego Kirchberg. En los siguientes 6 meses Spínola rindió más de 30 ciudades y castillos en el Bajo Palatinado. En esas refriegas perdió el contingente protestante buena parte de sus efectivos iniciales, que en número de 30.000 habían iniciado las refriegas.

Después de conquistar gran parte del oeste de Bohemia, el ejército imperial se dirigió a Praga, capital del Estado, ya en manos protestantes. Iban a enfrentarse dos ejércitos impresionantes, al menos en apariencia.

Por el lado protestante, el rey Federico y su comandante militar, el príncipe Christian de Anhalt, que habían organizado inicialmente un cuerpo de ejército de 30.000 hombres, vieron cómo 7.000 de ellos se habían quedado en el camino por diversas razones, entre las cuales el impago de las soldadas no era el menor[17]. Enfrente tenía una fuerza de 24.800 hombres, liderados por el muy capaz Mariscal de Campo Johannes Tserclaes, conde de Tilly, noble católico español-flamenco. Tilly contaba entre sus mandos con otro exitoso militar: el que sería general Wallenstein.

El ejército de Tilly estaba integrado por dos grupos: tropas imperiales[18] al mando de Charles Bonaventure de Longueval, conde de Bucquoy y soldados alemanes de la Liga Católica, que estaban directamente bajo el mando de Tilly[19].

Ambos ejércitos se dirigieron a la capital, Praga. Los bohemios de Christian de Anhalt, intentando bloquear el paso a los imperiales y alcanzar la superioridad táctica, se adelantaron al ejército católico y ganaron una posición muy ventajosa en la Montaña Blanca[20], pero no tuvieron tiempo de erigir parapetos.

Al amanecer del 8 noviembre de 1620, la niebla se enseñoreaba del lugar. A mediodía se disipó lo suficiente como para que Tilly enviara un pequeño destacamento de los Tercios a reconocer el flanco protestante, en condiciones precarias, ascendiendo hacia la cima. Para su inmensa sorpresa, vieron que los bohemios se retiraban ante su sola presencia. Tilly reaccionó enviando rápidamente refuerzos. El flanco bohemio comenzó a descomponerse.

El príncipe Christian de Anhalt comprendió el peligro y envió a la caballería, que estaba al mando de su hijo, Christian II. El impacto de la incursión de la caballería produjo importantes bajas, pero Tilly la contrarrestó lanzando 2.000 húsares bávaros a caballo, que obligaron a retirarse a los jinetes bohemios.

La infantería de Bohemia, en cuanto vio a su caballería retirándose, lo hizo a su vez. Intentaron organizar una línea de defensa cerca del Palacio de las Estrellas, pero fue en vano. Con el ejército protestante desmoralizado, la retirada se generalizó al centro y al otro flanco, aunque la mayoría de las tropas protestantes no habían entrado siquiera en liza.

La batalla (en realidad, el enfrentamiento) duró aproximadamente una hora y se entabló sin entusiasmo alguno, lo que se debía, sin duda, al escaso espíritu de combate de los protestantes, mal pagados[21]. El desenlace no se hizo esperar. Cerca de 4.000 protestantes resultaron muertos o apresados, mientras que los muertos católicos no llegaron a 250 hombres[22]. El ejército protestante quedó deshecho. Inmediatamente, Tilly entró en Praga y la revuelta terminó.

El rey Federico huyó del país con su esposa Isabel Estuardo. Muchos bohemios celebraron la restauración del gobierno católico. 47 líderes de la insurrección fueron juzgados. 27 de ellos fueron ejecutados en la plaza de la Ciudad Vieja de Praga[23]. Los protestantes fueron sometidos. El triunfo imperial en la batalla de Montaña Blanca restableció plenamente el catolicismo en Bohemia al nivel en que estaba antes de las Guerras Husitas del Siglo XV, lo que a su vez posibilitó el comienzo del despegue de Austria como gran potencia en Europa central. En 1526, Fernando I Habsburgo fue elegido Rey de Hungría y Bohemia. Bajo esta dinastía, que llegó hasta 1918, la historia de Bohemia y la de Austria estuvieron unidas. El catolicismo imperó en la mayoría en las tierras bohemias hasta finales del Siglo XX, tras dos siglos de dominio protestante.

La aristocracia y la élite checo parlante entraron en un eclipse que duró dos siglos[24]. Su lugar lo ocupó el idioma alemán, de la mano de las nuevas clases altas dominantes. De hecho, se convirtió en obligatorio el uso del alemán como lengua oficial.

Desde una perspectiva política, Federico V perdió la Bohemia y el Palatinado. El Emperador concedió el Alto Palatinado al duque Maximiliano de Baviera por su ayuda en la batalla de la Montaña Blanca. La Liga Protestante se diluyó en la nada. En 1621, el Emperador ordenó a todos los calvinistas y otros no luteranos que se convirtieran al catolicismo o abandonaran el reino en tres días. En otra vuelta de tuerca, prohibió la práctica de la fe luterana en 1622.

En 1627, el arzobispo Harrach de Praga y Jaroslav Borzita de Martinice decidieron convertir a los herejes; la mayoría de los bohemios lo hizo, pero una considerable minoría protestante permaneció terne. No obstante, la erradicación del protestantismo fue completa, como lo fue la supresión de los privilegios nacionales.

Desde entonces y hasta mediados del Siglo XVIII, las relaciones hispano-bohemias recibieron un gran impulso, que se materializó en diversos ámbitos. La población católica veía a España como protectora y garante de la religión. La nobleza no protestante comenzó una política de matrimonios con nobles españoles desplazados a Praga a la par de la llegada de Fernando I.

Se formó la llamada “facción española”, integrada por españoles y checos católicos procedentes de la nobleza y del clero, entre los que descollaban los jesuitas, agrupados en torno al Clementinum[25]. La facción española actuó como transmisora de la cultura y las costumbres españolas. Las órdenes religiosas (sobre todo, los jesuitas), que habían llegado a Bohemia antes de Fernando I, reformaron y mejoraron las universidades checas. En ciertos lugares, los rectores de las universidades fueron españoles. Rodrigo de Arriaga[26], filósofo jesuita, fue una de las figuras más importantes del ámbito académico checo. Los benedictinos también estuvieron presentes.

Bohemia sufrió guerras devastadoras en los siglos XVII y XVIII. Ya conocemos la Guerra de los Treinta Años, pero también la Guerra de los Siete Años pasó factura durante el reinado de María Teresa, entre 1756 y 1763. No obstante, toda Bohemia se benefició del impulso económico de los siglos XVIII y XIX, que hicieron de Bohemia el corazón industrial de la monarquía Austrohúngara.

Y como coda, las guerras que asolaron Bohemia no afectaron a la ciudad antigua de Praga[27], que hoy día presenta orgullosa sus joyas arquitectónicas, algunas del Siglo XII, lo que convierte la ciudad en la más bella del mundo. Así, como suena.

La frase de hoy es en realidad un dicho, que regía en Europa a mediados del Siglo XVII. Ya sabemos de la existencia de Rodrigo de Arriaga, extraordinario filósofo, pero además teólogo y matemático[28]. Debía ser un excelente orador, pues la frase es significativa: “Videre Pragam et audire Arriagam”, que como saben significa “ver Praga y escuchar a Arriaga”. Es lo que había que hacer.

Cordiales saludos

José-Ramón Ferrandis

Pieter Snayers, “Batalla en la Montaña Blanca”.

[1] La Guerra de los Treinta Años comenzó en 1618. Finalizó en 1648.

[2] Fundamentalmente, bávaras.

[3] Ni mucho menos sólo bohemios. De hecho, pocos checos participaron en esta batalla, que definió el curso de la historia de la nación por tanto tiempo. El ejército checo contaba con numerosos soldados extranjeros: alemanes, austriacos, escoceses, húngaros, ingleses, transilvanos y en general, oriundos de la Europa protestante. Mercenarios mal pagados. Por parte del ejército imperial católico luchaban alemanes, españoles, holandeses, italianos y valones. Mercenarios bien pagados y soldados imperiales.

[4] Durante casi cuatrocientos años, los Habsburgo ostentaron la corona Bohemia.

[5] El emperador Rodolfo había asegurado la libertad religiosa en toda Bohemia mediante la Carta de la Majestad (1609).

[6] Del Sacro Imperio Romano Germánico.

[7] Una reducción de la tolerancia con los protestantes y la orden de que cesara la construcción de algunas capillas protestantes fueron el detonante del estallido. Fernando II esperaba recuperar propiedades de la Iglesia que habían sido ocupadas por los protestantes al comienzo de la Reforma, décadas antes, y eliminar el poderoso cuerpo de príncipes electores que elegía al Sacro Emperador Romano.

[8] Dos gobernadores imperiales, Jaroslav Martinitz y Wilhelm Slavata, más su secretario, Philip Fabricius, los tres católicos, fueron arrojados por unas ventanas del castillo de Hradcany, en Praga. Cayeron sobre un montón de estiércol que había en el foso del castillo. Ninguno de ellos resultó herido de gravedad.

[9] Me refiero a su pertenencia a la nobleza, no a la condición de su carácter, claro, ni a la conciencia de lo que las instituciones se juegan a través de las personas que las representan.

[10] Que, en realidad, fue la tercera. Ha llegado a haber hasta cuatro, en una clara demostración de la querencia bohemia por ese método dialéctico tan extremado. La primera tuvo lugar en 1419. Supuso la muerte de siete miembros del gobierno municipal a manos de una turba de husitas. Desencadenó las guerras husitas, que duraron hasta 1436. La segunda tuvo lugar en 1483 y fue asimismo el resultado de un enfrentamiento entre católicos y husitas extremistas, quienes mataron a dos alcaldes y a varios miembros del concejo, arrojando sus cadáveres a la calle. La tercera es la que protagoniza este pie de página, desencadenante de la Guerra de los Treinta años. La cuarta está datada el 10 de marzo de 1948. El ministro de Asuntos Exteriores checoslovaco, Jan Masaryk, único ministro no socialista ni comunista que quedaba en el gabinete, fue encontrado muerto bajo la ventana de un cuarto de baño del ministerio de Asuntos Exteriores. Fue reemplazado por un ministro comunista, lo que permitió a los pro soviéticos formar un gobierno totalmente dominado por los comunistas. Como ven, las abundantes muertes por defenestración de magnates rusos en 2022 no son inventos de Putin. La cosa viene de antiguo.

[11] Estados en el sentido de estamentos, estructuras sociales cerradas y estables.

[12] Los checos creían que el rey Jacobo defendería un país donde gobernaba el esposo de su hija. Por cuatro veces pidieron ayuda a Inglaterra, pero no recibieron respuesta. Jacobo no quiso enemistarse con España por los checos. No valía la pena.

[13] No en vano era nieto de Guillermo de Orange.

[14] A petición de Felipe III, se reunió el Consejo de Estado. Las posibilidades eran dos: ayudar al Emperador e invertir mucho dinero y enviar hombres, o no ayudar al Emperador, con el riesgo de que se perdiera Bohemia y los protestantes se crecieran, lo que comprometería la posición de España en Flandes, porque los protestantes brindarían ayuda a los rebeldes holandeses. Al final, se gastaría dinero y se enviarían hombres, pero en posición de inferioridad.

[15] No se contemplaba la posibilidad de que los Habsburgo perdieran los dominios bohemios.

[16] Que era la clave de la defensa protestante del Palatinado.

[17] Los estados checos pagaban mal. Los aristócratas estaban endeudados y no conseguían más fondos. El propio Federico V aportó cientos de miles de ducados, pero eso fue todo. Antes de la Montaña Blanca, sólo habían cobrado algunos regimientos. Los soldados pasaban hambre y frío. Por el contrario, los soldados del Emperador y de la Liga Católica Alemana cobraban lo suyo.

[18] Sólo unos pocos miles de soldados eran de los Tercios, porque el grueso del ejército español estaba lejos, en el Bajo Palatinado.

[19]  En la Liga Católica, sirviendo como observador oficial, estuvo René Descartes, más conocido por otras capacidades, que le llevaron a ser un gran filósofo.

[20] La Montaña Blanca, ni era una montaña (pues se trataba de una meseta baja, un cerro o loma escarpada en el límite occidental de la ciudad de Praga) ni era blanca, sino terrosa, poco arbolada. Pura mercadotecnia.

[21] Si un ejército es fundamentalmente de mercenarios y no les pagas, la derrota está asegurada. La aristocracia checa lo entendió demasiado tarde.

[22] En un informe de la Alcaldía de Praga consta indica que la ciudad enterró, a sus expensas, a unos 1.600 soldados. Aunque hubo más muertos, es una cifra realmente baja para el volumen de fuerzas enfrentadas, casi 50.000 hombres.

[23] Entre los ejecutados estaba Jan Jesenius. médico, filósofo y político eslovaco.

[24] El idioma checo hubo de esperar a una revitalización que sólo llegó con el movimiento renacentista checo, a finales del Siglo XVIII y principios del Siglo XIX.

[25] El Clementinum se remonta al Siglo XI, con la existencia de una capilla dedicada a San Clemente. Los dominicos fundaron allí un monasterio, que se transformó en 1556 en un colegio jesuita. En 1622, los jesuitas transfirieron la biblioteca de la Universidad Carolina al Clementinum. El colegio se fusionó con la Universidad en 1654. Los jesuitas se quedaron hasta 1773, cuando la Emperatriz María Teresa I de Austria creó en el Clementinum un observatorio, una biblioteca (que ya estaba) y una universidad (que ya lo era, en realidad).

[26] Arriaga fue un filósofo jesuita muy relevante en su época. Nació en Logroño el 17 de enero de 1592 y murió en Praga, ciudad a la que llegó en 1620, el 7 de junio de 1667. Enseñó filosofía en Valladolid y teología en Praga desde 1624. Fue canciller de la Universidad Carolina de Praga (1642-1653) y prefecto del Clementinum desde 1654. Estuvo entre los filósofos más estudiados. Fue citado frecuentemente por René Descartes y Gottfried Leibniz.

[27] Tampoco la II Guerra Mundial, en la que sólo el disparo de un tanque en retirada dañó una esquina del Ayuntamiento.

[28] Defendió la validez del cálculo infinitesimal frente a la opinión prevaleciente entre las autoridades jesuitas en Roma.

Autor del artículo

<a href="https://joseramonferrandis.es" target="_blank">José-Ramón Ferrandis</a>

José-Ramón Ferrandis

Nacido en Valencia (España) en 1951. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense. Técnico Comercial y Economista del Estado. Salvo posiciones en Madrid, destinado sucesivamente en Ceuta (España), Moscú (URSS), Washington (EE. UU.), Moscú (Rusia) y Riad (Arabia Saudita). Profesor de Análisis Riesgo País, Análisis de tendencias y Mercados internacionales. Analista. Escritor (Globalización y Generación de Riqueza, África es así, Crimen de Estado). Áreas de especialización referidas a su trayectoria. Con el blog espera poder compartir experiencias y divulgar análisis sobre asuntos de interés general, empezando por el clima y terminando por la Geopolítica; sin dejar de lado la situación de España. Lo completará publicando semanalmente la Carta de los martes, que tiene 4 años de existencia.