Queridos amigos:
El 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja dio un golpe de Estado. Suspendió la vigencia de la Constitución de 1876, disolvió el Parlamento e instauró una dictadura, con el VºBº de Su Majestad el rey Alfonso XIII.
¿Quién era Miguel Primo de Rivera? Empecemos por el principio. Nació el 8 de enero de 1870 en Jerez de la Frontera (Cádiz), en el seno de una familia de larga tradición militar[1] y profunda religiosidad. Católica, por supuesto.
Realizó sus estudios en Jerez en el colegio San Luis Gonzaga y el Instituto. Una vez en Madrid los continuó en el Instituto Cardenal Cisneros. En junio de 1884, con catorce años, ingresó en la Academia General Militar. Cuatro años más tarde egresó como Alférez de Infantería. En 1890 fue ascendido a Teniente. En 1893 Fue destinado a Melilla[2].
La trayectoria militar de Miguel Primo de Rivera es extraordinaria. Se desempeñó en Cuba, Filipinas, Norte de África y la Península. En los tres primeros escenarios consolidó sus ascensos por méritos de guerra[3]. En todas las posiciones que ocupó y en todos los empleos que desempeñó demostró gran valor y maestría, no sólo en el ámbito militar sino en el diplomático. Ya con el empleo de Coronel, en noviembre de 1901 fue destinado a Barcelona[4]. En junio de 1902 casó con Casilda Sáenz de Heredia (1879-1908)[5], de la que enviudó tras un sobreparto.
En 1911 ascendió a General de Brigada. El 31 de diciembre de 1913 alcanzó el empleo de general de División. En octubre de 1915 se le nombró gobernador militar de Cádiz; fue depuesto en 1917 por exponer en público su teoría de la conveniencia de abandonar el Rif[6]. En 1919 ascendió a Teniente general. En 1920 se le nombró Capitán General de Valencia[7]. El 8 de junio de 1921, pasó a la Capitanía General de Madrid, de donde también se le relevó por otro discurso abandonista[8] en el Senado. El 15 de marzo de 1922 asumió la Capitanía General de Cataluña[9]. Allí empezó a fraguarse el golpe. ¿Cuál era el entorno y los condicionantes que lo posibilitaron?
España veía cómo los intelectuales más conocidos seguían lamentando el impacto de la pérdida de las provincias de Ultramar en 1898 con un tono derrotista que condicionaba la vida pública y la impresión de los ciudadanos. Coleaba el Desastre de Annual[10], que veía aproximarse otra revisión del Expediente Picasso[11] en las Cortes, y la presencia de España en el Rif, con situaciones muy difíciles y gran implicación del Ejército, era compleja. La descomposición social que propiciaba el terrorismo anarquista[12] (recordemos la Semana Trágica en Barcelona en 1909) no cejaba, reforzándose con atentados organizados principalmente por la CNT.
El turnismo, el caciquismo, la corrupción y la cisura entre políticos profesionales, partidos políticos minoritarios, sindicatos de clase y entidades análogas, por un lado, y una población desentendida del permanente paripé político por otro, era enorme. La España real pasaba, desconfiando de sus teóricos rectores. Sus problemas eran económicos, no de representación. El hastío era patente y el sistema político, inútil. La Monarquía no atravesaba sus mejores momentos.
Entre 1914 y 1918 se vivió en Europa y posesiones coloniales la I Guerra Mundial, de la que el gobierno conservador de Eduardo Dato mantuvo alejada a España[13]. Desde 1917, la revolución soviética impactó fuertemente sobre gobiernos y ciudadanos de a pie, remodelando el entorno político para el resto del Siglo XX. El separatismo catalán generaba tensiones políticas que enrarecían el ambiente en toda la Nación. La Huelga General de 1917, aunque sofocada con ayuda del Ejército, había puesto de relieve enfrentamientos de compleja resolución.
Todo este conjunto de elementos creaba una situación muy problemática. En los entornos dirigentes fue madurando la idea de posibilitar una solución extraparlamentaria[14]. En el resto de Europa, esas salidas empezaban a tener lugar[15]: el triunfo de Benito Mussolini en Italia, la dictadura militar de Miklòs Horthy en Hungría, la del general Józef Piłsudski en Polonia y la de Sidónio Pais en Portugal, más los posteriores regímenes dictatoriales del general Ioannis Metaxás en Grecia y de Milan Stojadinovic en Yugoslavia, parecían marcar un camino. Las primeras impulsaron a Primo de Rivera a tomar la decisión de implantar un sistema autoritario, una dictadura.
En septiembre de 1923, Primo de Rivera se trasladó a Madrid para recabar apoyo al pronunciamiento. Lo obtuvo de un grupo de generales africanistas conocido como “El Cuadrilátero”[16]. El día 12, Juan O’Donnell [17]se sumó al golpe. Y la misma madrugada del 13, Miguel Primo de Rivera proclamó en Barcelona[18] el estado de guerra. Lo hizo con la connivencia del rey Alfonso XIII y la aquiescencia de buena parte de los industriales, la patronal, del clero, del ejército[19] y de las fuerzas conservadoras[20]. Encontró poca resistencia, pues reemplazaba a un sistema desprestigiado[21] y prometía una dictadura transitoria[22] para restaurar el orden, obliterar el caciquismo y “salvar España de los profesionales de la política”[23].
El Gobierno estaba dividido. Solo dos ministros se oponían frontalmente[24]. El día 14, el presidente del Gobierno, García Prieto, pidió al rey la destitución de los generales sublevados y la convocatoria de Cortes Generales, pero el monarca no lo apoyó y el Gobierno tuvo que dimitir. Al poco, Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente del Gobierno. Éste encabezó un Directorio Militar[25] que concentró todos los poderes del Estado[26]. Se dejó en suspenso la Constitución de 1876, se declaró el estado de guerra[27], se prohibieron los partidos políticos, se restringieron las libertades políticas, se censuraron las publicaciones de la prensa y se destituyó a todos los gobernadores civiles (sustituyéndolos por los gobernadores militares)[28]. El día 18 de septiembre se prohibió el uso oficial de lenguas distintas del castellano. La Mancomunidad de Cataluña[29] fue intervenida y se disolvieron las Diputaciones Provinciales.
La acción concreta comenzó con la ilegalización y persecución de la CNT (anarquistas), lo que generó réditos inmediatos en el orden de la paz social[30]. Sensu contrario, poco después del golpe, Primo de Rivera consiguió que el PSOE y a la UGT colaboraran con la dictadura[31].
Reforzó el proteccionismo en favor de la industria nacional e invirtió en la construcción de grandes obras públicas[32], según su ideario regeneracionista. Propició inversiones en telecomunicaciones[33] y creó la CAMPSA[34]. La estructura económica empezó a variar: se pasó de un 57 % de población activa dedicada a la agricultura, a sólo un 45 %. Creció la edificación. Se tomaron medidas como la vivienda de protección oficial. El parque automovilístico se elevó un 100% en seis años. Se financió el retiro obrero, se favoreció a las familias numerosas y se reguló el trabajo femenino relacionado con la maternidad[35]. La dictadura de Primo de Rivera trajo tranquilidad y prosperidad a España, modernizándose el país tras la pérdida de las colonias y la Guerra del Rif. El sesgo intervencionista del régimen se articuló a través de organismos como el Consejo de Economía Nacional (1924), que elaboró la política económica del régimen, priorizó la producción nacional fijó los aranceles y negoció los acuerdos comerciales internacionales.
A los 90 días del golpe, los presidentes del Senado, conde de Romanones, y del Congreso de Diputados, Melquiades Álvarez, recordaron al Rey[36] que la Constitución le obligaba a convocar elecciones. Fueron destituidos.
El 12 de enero de 1924 se disolvieron las diputaciones provinciales, salvo las vascas y la navarra, un paso más en el proceso de «descuaje del caciquismo», que tras el restablecimiento de la «paz social» era el otro objetivo asignado a las nuevas autoridades militares provinciales y locales. Desalojada la oligarquía de los políticos del turno, los nuevos gobernadores civiles (todos militares) fueron encargados de investigar los casos de corrupción. La reforma política a nivel local culminó con la promulgación del Estatuto Municipal de 1924.
En marzo de 1924, Primo de Rivera[37] retiró las tropas de Yebala y Xauen para acortar las líneas. Abd el-Krim lanzó una ofensiva y ganó parte del protectorado español. Luego cometió el error de atacar las posiciones francesas. Primo de Rivera ideó un desembarco en Alhucemas para pacificar la zona, sin necesidad de continuar con la campaña alejándose de la costa. En septiembre de 1925, el desembarco, parte de una operación combinada con el ejército francés, fue comandado por Primo de Rivera. Fue un completo éxito, pues sorprendió al enemigo por la retaguardia y partió en dos la zona controlada por los rebeldes. Tras el logro de la operación anfibia, Primo se cesó a sí mismo como Alto Comisario, nombrando a José Sanjurjo en noviembre de 1925. El protectorado quedó totalmente pacificado en la primavera de 1927.
El primer paso hacia la institucionalización del régimen fue la fundación en abril de 1924 del «partido único» Unión Patriótica y el segundo la formación del Directorio civil en diciembre de 1925. Los pasos siguientes fueron el ya comentado establecimiento de la Organización Corporativa Nacional y la convocatoria de la Asamblea Nacional Consultiva encargada de elaborar un proyecto de nueva Constitución.
La consecuencia política del éxito de Alhucemas fue la sustitución, el 3 de diciembre de 1925, del Directorio Militar por un Directorio Civil[38], formado sobre todo por hombres de la Unión Patriótica[39], partido oficial del régimen creado en abril de 1924[40] para ocupar el vacío dejado por los partidos conservadores y liberales. La Constitución permaneció suspendida[41].
En 1927 se fundó la Asamblea Nacional Consultiva (ANC) para elaborar un anteproyecto de Constitución. Éste fue hecho público en julio de 1929. Fue rechazado por liberales, monárquicos y republicanos. Recibió críticas en la propia ANC y del propio Primo de Rivera[42]. La Dictadura fue incapaz de encontrar una fórmula institucional sustitutiva de la anterior.
Las divisiones internas crecían, en tanto la oposición se fortalecía y unía contra Primo de Rivera. El nuevo Régimen parecía eternizarse en el poder y los partidos clásicos[43], más los recientes, ansiaban la vuelta del status quo ante, fuente de su supervivencia y medro. Incluso parte de los militares[44] conspiraban contra Primo de Rivera. Los sectores sociales que inicialmente habían prestado su apoyo a la dictadura fueron retirándoselo: los nacionalismos cuando disolvió la Mancomunidad; los empresarios, molestos con la presencia de la UGT en sus empresas; los intelectuales[45] y universitarios, refractarios a lo que no fuera progresista o partidista.
Se dieron dos golpes de Estado para desbancar a Primo de Rivera del poder y volver al sistema constitucional. En el primero[46] participaron los generales liberales Weyler y Aguilera, así como políticos del antiguo régimen y destacados miembros de la «vieja política», como Melquíades Álvarez.
El segundo golpe tuvo lugar en enero de 1929 en Valencia. Su protagonista fue el político conservador José Sánchez Guerra, aunque también tuvieron un papel destacado los artilleros[47]. Todo el año 1929 fue un cúmulo de protestas generalizadas[48]. Y cuando Primo de Rivera supo que para el 28 de enero de 1930 se estaba fraguando una nueva conspiración contra él[49], se adelantó. Los éxitos logrados por la Dictadura ya se veían como amortizados. Las élites volvían por donde solían. Primo de Rivera, consciente de ello, desilusionado, tras haber perdido el apoyo del monarca[50] y del grueso de los mandos militares[51], presentó su dimisión[52] el 28 de enero de 1930. Primo de Rivera se exilió en París, donde murió dos meses más tarde, el 16 de marzo de 1930, a causa de la diabetes que padecía junto con los efectos de una gripe, preso de una gran amargura y decepción[53].
La dictadura fue un típico régimen conservador y militarista. El propio Primo de Rivera resultó ser un paternalista benevolente, enormemente ingenuo. Parecía ignorar que, en el ámbito político, los profesionales del sistema llevan todas las de ganar.
La frase de hoy pertenece a Miguel Primo de Rivera, quien, al decir de Miguel Maura, repetía aquél con frecuencia en sus últimos días en el poder: “A mí no me borbonea nadie”. La candidez de Don Miguel era pasmosa, dada su experiencia y conocimientos.
Cordiales saludos
José-Ramón Ferrandis

El general, vitoreado por los legionarios, en el desembarco de Alhucemas. Desembarco de Alhucemas, cuadro de José Moreno Carbonero (1929)
[1] El apellido Primo de Rivera es originario de La Montaña. Sus orígenes militares se remontan a Carlos I. Enrique Primo de Rivera fue soldado en los Tercios de Flandes en el siglo XVII. Militares fueron su bisabuelo, Rafael de Sobremonte, mariscal de campo del Rey y virrey del Río de la Plata. Su abuelo José Primo de Rivera participó en la Guerra de la Independencia y en la de la emancipación americana. Llegó a presidente de la Junta del Almirantazgo en 1837, fue senador por Cádiz, ministro de Marina e interinamente, de Hacienda. Su padre, Miguel Primo de Rivera y Sobremonte, fue coronel de Estado Mayor; su tío Fernando Primo de Rivera y Sobremonte fue capitán general, gobernador de Filipinas y varias veces ministro de la Guerra. Su hermano Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, falleció como teniente coronel en el desastre de Annual. Y él mismo, desde luego.
[2] Se distinguió en muchas operaciones. En la de Cabrerizas Altas fue ascendido a capitán y condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando de 1.ª Clase.
[3] Como veremos, en 1911 ya era general.
[4] Donde mantuvo el orden alterado por las huelgas.
[5] De este matrimonio nacieron cuatro hijos. El mayor, José Antonio, fundador de la Falange, fue asesinado en la prisión de Alicante el 20 de noviembre de 1936. Miguel fue alcalde de Jerez, ministro de Agricultura y embajador. Fernando, oficial del Ejército y médico, fue asesinado en la cárcel Modelo de Madrid el 23 de agosto de 1936. La hija menor, Pilar, tuvo una larga trayectoria política, que comenzó en 1933 y duró todo el Movimiento como delegada nacional de la Sección Femenina.
[6] Primo de Rivera sugirió por primera vez en 1917 hacer un trueque con Gran Bretaña: Ceuta por Gibraltar.
[7] En Valencia se enfrentó al terrorismo anarcosindicalista.
[8] Se dice que afirmó: “Yo estimo, desde un punto de vista estratégico, que un soldado más allá del Estrecho es perjudicial para España”.
[9] Ese destino le expuso de cerca a los problemas sociales y políticos de España, doblados por los específicos de Barcelona y Cataluña y reforzados por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, la revolución soviética de 1917 y la huelga de 1917 en España.
[10] En 1921, el líder rifeño Abd-el-Krim masacró al ejército español en Annual. Melilla fue defendida por la Legión, recién creada, y se salvó.
[11] Abierto para depurar responsabilidades por el Desastre de Annual. Lleva el nombre del general Juan Picasso, destinado en el Consejo Supremo de Guerra y Marina. Informaba sobre los hechos que llevaron al “Desastre de Annual”, la situación del ejército en Marruecos y las responsabilidades de la derrota. En conjunto era una dura crítica al régimen político, que alcanzaba al Monarca.
[12] De entre los muchos asesinatos que efectuaron los anarquistas, el del presidente del gobierno Eduardo Dato (1921) y el del obispo de Zaragoza y cardenal, Juan Soldevilla (1923) fueron los más sonados; el último precedió en tres meses al golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera.
[13] Generando beneficios en forma de exportaciones masivas a los contendientes y evitando daños humanos y gastos militares. Con todo, auspiciaron una fuerte subida de precios internos y el consiguiente malestar en el conjunto de la población.
[14] Un cirujano de hierro, un regeneracionista (según feliz expresión de Joaquín Costa) que, además pusiera orden en el caos reinante. Fracasados los esfuerzos de Francisco Silvela, bloqueada por la Corona (que retiró su confianza en el político conservador tras la Semana Trágica) la “reforma desde arriba” de Maura, y sin efectos la reforma liberal de José Canalejas se dibujaba en el horizonte una solución atípica que remediara la debilidad de los sistemas y hasta los regímenes para resolver los graves problemas existentes.
[15] Sin utilizar como referencia la revolución soviética ni el espartaquismo alemán, que sin embargo tuvieron una enorme importancia en el desarrollo ideológico de los partidos de izquierdas.
[16] Estaba formado por los generales Saro, Dabán, Cavalcanti y Federico Berenguer, cercanos al Rey, quien estaba al tanto de los preparativos.
[17] Gobernador militar de Madrid. Convenció a su superior jerárquico, capitán general de Madrid, Diego Muñoz Cobo, para sumarse.
[18] Lo mismo ocurrió en el resto de Cataluña, Zaragoza y Huesca.
[19] Aunque el Ejército en su conjunto no había secundado el golpe, tampoco se opuso. En Cataluña contó con el apoyo del somatén.
[20] Contó con el apoyo del catalanismo conservador de la Lliga Regionalista.
[21] Sobre todo, por los políticos profesionales.
[22] Indicó que duraría 90 días, pero duró seis años y cuatro meses.
[23] Lo que reflejaba las sensaciones de gran parte de la población. El día 13 de septiembre publicitó su manifiesto Al País y al Ejército, en el que muestra sus intenciones de efectuar las reformas urgentes que gran parte de la sociedad solicitaba.
https://documen.site/download/manifiesto-de-primo-de-rivera-1923-al-pais-y-al-ejercito_pdf
[24] Manuel Portela Valladares y el almirante Juan Bautista Aznar.
[25] Integrados por ocho generales de brigada y un contralmirante, representando las distintas armas y alguna Capitanía General.
[26] Esta fue la primera fase: en la segunda, desde 1925, fue bajo un Directorio civil, que él mismo presidió.
[27] Que duró hasta el 16 de mayo de 1925.
[28] Además, el 17 de septiembre extendió el somatén a toda España. El 30 de septiembre se llevó a cabo el cese los concejales de los ayuntamientos, sustituidos por juntas de vocales. Estos elegirían al alcalde.
[29] Se trató de un experimento de autogobierno regional. Esto le granjeó las primeras desafecciones entre sus partidarios. El 12 de marzo de 1925 fue abolida.
[30] Los atentados del pistolerismo descendieron vertiginosamente (frente a los 1.259 atentados registrados entre 1919 y 1923, se pasó a 51 entre 1923 y 1928), Descendió el número de huelgas.
[31] Lo que, de paso, produjo grietas en el PSOE entre Largo Caballero y Besteiro, por un lado, y Prieto y Fernando de los Ríos por otro. Los socialistas se integraron en el Consejo de Trabajo. Largo Caballero formó parte del Consejo de Estado.
[32] Sobre todo, las redes de carreteras (en 1926 se fundó el Circuito Nacional de Firmes Especiales, que realizó unos 7.000 kilómetros de carreteras), y la modernización hidrográfica, para cuyo aprovechamiento se crearon las Confederaciones Hidrográficas. El Plan Guadalhorce (1926) fue un ambicioso proyecto de construcciones ferroviarias. También electrificó parte del mundo rural. Eso sí, hubo que recurrir a la emisión de deuda pública,
[33] Compañía Telefónica Nacional de España, con capital mayoritario de la ITT de EEUU (concesión en 1924).
[34] Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos (junio de 1927).
[35] Primo de Rivera había prometido su «paternal intervención» para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros. Eso se concretó en noviembre de 1926 con la Organización Corporativa Nacional (OCN), una institución para regular las relaciones entre trabajadores y empresarios bajo la supervisión del Estado. La idea de la OCN estaba inspirada en la Doctrina social de la Iglesia.
[36] En una entrevista publicada el 24 de enero de 1924 por el diario Daily Mail, Alfonso XIII afirmó: “Yo acepté la Dictadura militar porque España y el Ejército la quisieron para acabar con la anarquía, el desenfreno parlamentario y la debilidad claudicante de los hombres políticos. La acepté como Italia tuvo que acogerse al fascismo porque el comunismo era su inmediata amenaza. Y porque había que emplear una terapéutica enérgica sobre los tumores malignos que padecíamos en la Península y en África”.
[37] En octubre de 1924 asumió personalmente el cargo de Alto Comisario español en Marruecos.
[38] Primo de Rivera había hablado siempre de la provisionalidad de su régimen. La victoria de Alhucemas resolvió un problema de pesadilla para todos los gobernantes españoles desde 1898. Eso le hizo creer que era imprescindible. Afirmando su voluntad de permanecer en el poder empezó su declive. Su labor se fue desvirtuando y fue perdiendo apoyos para él y para la Monarquía.
[39] Entre cuyos miembros se hallaban Severiano Martínez Anido, José Calvo Sotelo, Eduardo Aunós y el conde de Guadalhorce.
[40] Se trataba de crear una fuerza política que no estableciera fines ni medios a instrumentar, sino que se limitara a administrar el Estado según el lema regeneracionista de “menos política, más administración”.
[41] Los políticos del viejo régimen acentuaron su distanciamiento del Monarca. Los partidos políticos no dinásticos (socialistas y republicanos, como el Grupo de Acción Republicana, de Manuel Azaña) se aplicaron en la oposición, que provenía de distintos frentes, además de los políticos profesionales: intelectuales (Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle-Inclán, Luis Jiménez de Asúa, Fernando de los Ríos, Vicente Blasco Ibáñez, Ramón Menéndez Pidal, Gregorio Marañón), sindicalistas y militares, especialmente artilleros.
[42] El anteproyecto de Constitución (técnicamente Estatuto Fundamental de la Monarquía), fue redactado por José María Pemán, Gabriel Maura Gamazo y Juan de la Cierva. Limitaba el ejercicio de los derechos, no establecía la división de poderes. La mitad de la única Cámara era elegida por sufragio universal y la otra mitad era designada por las corporaciones y por el Rey.
[43] En realidad, los partidos del turno como tales, el Partido Conservador y el Partido Liberal, estaban fuera de juego como consecuencia de su desalojo del poder y del «descuaje del caciquismo».
[44] Aquí entra a jugar un papel capital la llamada “Cuestión Artillera”. Primo de Rivera anuló la escala militar en la que los oficiales de artillería e ingenieros promocionaban sólo por antigüedad. El Cuerpo de Artillería no aceptaba los ascensos por méritos de guerra. El malestar privó a Primo del apoyo militar cuando lo necesitó.
[45] Gentes especialmente abducidas por una visión negativa de España y de su glorioso pasado.
[46] Conocido como la Sanjuanada porque estaba previsto para el 24 de junio de 1926.
[47] Entre los dos se produjo una mascarada, el complot de Prats de Molló, un intento de invasión de España desde Francia dirigido por Francesc Macià y el Estat Catalá, al que se sumaron grupos de la CNT.
[48] Primo disolvió el Arma de Artillería.
[49] En enero de 1930 se preparó en Andalucía un nuevo golpe para el día 28. Estaban implicados, entre otros, Diego Martínez Barrio, Miguel Maura y Carlos de Borbón. La iba a encabezar el general Manuel Goded, gobernador militar de Cádiz.
[50] La progresiva pérdida de apoyos de la dictadura hizo que el Rey comenzara a considerar que la Corona corría riesgos si seguía vinculada a Primo de Rivera.
[51] A los que se había dirigido para comprobar si seguía contando con su confianza. La tibieza de su respuesta fue clara.
[52] No sin antes recomendar a Alfonso XIII nombres de militares que podrían sucederle. Fue leal hasta el final a quien lo utilizó para intentar perpetuarse.
[53] Ni él, ni Calvo Sotelo, ni José Maria Pemán, ni Eduardo Aunós, por citar unos pocos, comprendieron el desprecio de la población con el extraordinariamente positivo balance de un régimen que habría librado a España del separatismo, del sindicalismo pistolerista y de la guerra interior, amén de conseguir enormes logros económicos y sociales.