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Un blog reaccionario

«Verum, Bonum, Pulchrum»

Carbón: el malo de la película. Segunda parte.

por | 11 Ene 2023 | Otros artículos

En la anterior entrega hablamos de la importancia objetiva del carbón, el mejor combustible sólido existente en el mundo desde hace 200 años. Veamos ahora cómo se combate su utilidad en el seno de la Unión Europea y los EE. UU., al tiempo que se pone de relieve su enorme interés en diversos países y áreas geográficas.

En la COP26 celebrada en 2021 en Edimburgo, se anunció a bombo y platillo que el carbón estaba muerto. A pesar de su importancia global como generador de energía eléctrica y como pieza relevante de la industrialización, los miembros de ese confuso grupo de enemigos de la Humanidad que se reúnen anualmente para intentar destrozar la economía de mercado occidental decidieron que el carbón había pasado a mejor vida[1]. Que Santa Lucía les conserve la vista y algún otro santo corrija su completa ausencia del sentido del ridículo.

Lo que ha pasado en realidad es que de un precio por tonelada de entre $ 50 y 150 $ por Tm. entre 2010 y 2020 se pasó en septiembre de 2020 a más de $430/Tm. La demanda global de electricidad, que creció al 2,5% de media entre 2010 y 2020, lo hizo al 6,2% in 2021. En Asia lo hizo más deprisa: al 8,4%. Por lo tanto, la generación eléctrica basada en el carbón alcanzó niveles récord en 2021. Y así va a continuar.

Photograph of a coal train through a forest

Coal 2022 – Analysis – IEA

China e India, tras sus sequías y cortes de electricidad en 2020[2], han acelerado su ritmo de extracción y quema de carbón en centrales eléctricas[3]. China aprobará 270 GW de nuevas plantas de carbón hasta 2025, lo que supera la totalidad de las instalaciones norteamericanas[4].

En Europa[5], la vuelta del carbón ha sido triunfal. Lo de Alemania es para mantenerlo en la memoria durante décadas. Porque desde hace décadas, Alemania ha desarrollado políticas estratégicamente suicidas, tácticamente estúpidas y geopolíticamente sospechosas[6], lo que permitió al Wall Street Journal describirlas como «la política energética más tonta del mundo»[7]. Merkel cerró y desmanteló centrales nucleares, cerró plantas de carbón[8], prohibió el fracking y lo apostó todo al gas ruso y a las renovables (eólica y solar)[9]. De modo que desde hace años se ha puesto en manos de Rusia para tapar sus agujeros energéticos.

La apuesta de Merkel se ha demostrado absolutamente fallida. Abandonar la energía nuclear[10],  prohibir el fracking y perseguir el carbón puede parecer muy chic para según qué mentes obtusas, pero las necesidades energéticas siguen ahí. Y al estallar la criminal invasión rusa de Ucraina, la brutal dependencia del gas natural ruso[11] reveló sus limitaciones. Las políticas de Gazprom primero, la obligatoriedad de efectuar el pago en rublos después y la voladura de los gasoductos Nordstream finalmente mostró que el gas se había acabado. Y hubo que improvisar.

Piénsese que ya estaban en peligro las condiciones de vida de los hogares alemanes, y que la potente industria alemana, motor de la europea en muchos segmentos, muchas de cuyas ramas son energía-intensivas[12], necesita suministros garantizados, económicos y suficientes.

Primero intentaron importar gas de Canadá y de Qatar. Luego empezaron a considerar la utilización de madera para calefacción. El invierno estaba en puertas. Y empezaron los titulares chocarreros: “Alemania desmantela parque eólico para expandir mina de carbón”. “Alemania reabre cinco plantas eléctricas de lignito[13]”. A finales de junio de 2022, la coalición de gobierno liderada por Olaf Scholz e integrada por desvergonzados políticos Verdes autorizó la reapertura de 27 plantas de carbón hasta marzo de 2024. ¿Y después? Según el think tank Bruegel, “esto es ocasional y durará como mucho dos inviernos”. Según el Financial Times, “esta crisis durará varios años”. No sólo en Alemania[14].

De momento, el fiasco alemán es morrocotudo: su producción de carbón ya es la mayor del mundo. Sus emisiones de CO2 ponen de manifiesto valores de 765 g/kWh, muy por encima de los niveles prevalecientes en China, en torno a 550 g/kWh, y de los de India. El peso del carbón sobre la generación de electricidad en Alemania alcanza el 45%. Un absoluto ridículo que no hace mella en sus políticos, impertérritos. Como impertérrita está la Comisión de la UE[15].

Recuérdese que, durante 2022, la Comisión había suspendido temporalmente su añeja lucha contra la energía nuclear y la había aceptado sin despeinarse como energía verde, a pesar mantener invariable su sólida y nada hipócrita defensa de los postulados de la Agenda 2030. Pues bien, a finales de ese mismo 2022, la Comisión aprobó no sólo la quema de lignito por Alemania, sino además, la concesión de ayudas de Estado, prohibidas por la normativa de competencia[16]… de la propia Unión Europea.

Así que Bruselas ha aprobado € 450 M para que cinco centrales eléctricas alemanas alimentadas por lignito accedan al estatus de «listas y en espera» para poder operar en cualquier momento[17]. No hay gas. No hay nucleares. No hay hidrocarburos líquidos ni gaseosos, que son los fiables[18]. Esta gente deleznable que ha colonizado la Unión Europea lleva a la ruina a los países de la UE con una política energética descabellada, cambiante, casuística.

La misma política seguida por los demócratas en los EE. UU., que el presidente Biden[19] persigue tenazmente, dentro de sus limitaciones. Que suban los precios de la energía para ciudadanos y empresas es el objetivo buscado, inverosímilmente: no hay otra forma de poner en precio competitivo las renovables.

A este lado del charco, el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte ha aplicado el pragmatismo que le caracteriza desde al menos 1707[20]. El 7.12.2022, el gobierno aprobó el proyecto de apertura de una mina de carbón, la primera en más de 30 años.

Casi en sus antípodas, Japón está construyendo 22 nuevas plantas de generación de energía eléctrica basadas en la quema de carbón australiano. Desde Fukushima, cuando el 33% de la energía eléctrica generada por nucleares fue obliterada por el gobierno nipón[21], el gobierno ha estado forzando la producción de las plantas de gas existentes. Ahora va a construir 22 nuevas, pero de carbón, dado que el gas es demasiado caro y que la productividad de la industria japonesa no puede permitirse los precios[22] imperantes.

Todo lo anterior ha llevado a que, en 2022, el consumo de carbón haya alcanzado un récord de 8.000 millones de toneladas. Y creciendo.

Así que, al cabo, el malo de la estomagante película que nos embuten no es el carbón. Son ellos, los progres, los calentólogos, los políticos son escrúpulos ni convicciones que, mientras se enriquecen, nos empobrecen.

[1] End of Coal in Sight at COP26 | UNFCCC

[2] China India, que por sí solas cubren 2/3 del total del consume mundial, pero también Japón, Corea del Sur, Europa y los EE. UU.

[3] Si no parece que les preocupen sus propias promesas de alcanzar el net zero de emisiones de CO2 para 2060 y 2070, respectivamente, es porque no les importa nada. Les da igual, vaya. Mientras Occidente hace como se cree esas afirmaciones, ellos van a su bola. Como debe ser. En el COP27 de Sharm El Sheikh, el ministro indio del carbón dijo que el mineral jugaría un papel importante “hasta 2040 y más allá”, como si fuera el mismísimo Buzz Lightyear.

[4] https://www.bloomberg.com/news/articles/2022-10-31/china-wants-more-coal-power-and-to-hit-climate-change-targets?mc_cid=9cc635f7e9&mc_eid=4961da7cb1 China sabe que necesita potencia disponible en todo momento. Las renovables no se la proporcionan.

[5] La misma Europa que se ufanaba de desmantelar sus plantas de carbón y nucleares mientras actuaba contra el Banco Mundial y el FMI por financiar plantas alimentadas por derivados del petróleo en países en desarrollo.

[6] En el caso del Canciller Schroeder, nada sospechosas, en realidad. Fueron de pago. En el caso de Angela Merkel, está por ver si ha habido dinero o ideología.

[7] World’s Dumbest Energy Policy – WSJ

[8] Todas ellas emitían mucho CO2. Bueno, la nuclear no, pero las campañas en su contra auspiciadas y financiadas por la KGB habían tenido éxito.

[9] Se supone que lo hizo por razones electorales, el voto de los verdes.

[10] Se supone que para seguir los postulados de los Verdes y para evitar otros Fukushimas, lo que es grotesco porque Alemania no es sísmica. Recuérdese que el número de muertos en el accidente nuclear de Fukushima fue de cero.

[11] Cualquier cosa menos depender del gas europeo (Mar del Norte) o del propio vía fracking.

[12] Química, petroquímica, madera, vidrio, aluminio, acero y papel.

[13] Con mucho, el tipo de carbón más sucio en materia de efluentes.

[14] Alemania no es la única; dentro de la UE, Austria, Francia, Italia y los Países Bajos han anunciado planes para poner en marcha o erigir plantas de carbón, para evitar apagones, desempleo y malestar social.

[15] La misma que había atacado a todos los combustibles fósiles, encareciéndolos artificialmente para favorecer a las energías renovables, en un ejercicio de intervencionismo vergonzoso.

[16] Que la propia Comisaria y vicepresidenta ejecutiva, Margrethe Vestager, ha declarado que «esta medida temporal permitirá a Alemania mitigar el impacto económico de la guerra de Putin contra Ucrania, ya que contribuirá a reemplazar el gas en caso de escasez, mejorando así nuestra preparación para el próximo invierno». Sin mover un músculo facial.

[17] Es costoso acelerar los plazos de entrada en funcionamiento.

[18] En caso de emergencia, las energías consideradas eólica y solar no tendrían capacidad para suministrar electricidad constante al conjunto de hogares y empresas europeas.

[19] “We’re going to be shutting [coal] plants down all across America (sic) and having wind and solar.”

[20] Fecha del Acta de Unión de Inglaterra (que ya incorporaba Gales) y Escocia.

[21] Tres años después decidieron reabrirlas; el accidente de 2011 fue difícilmente repetible y nuevas medidas de seguridad se han establecido.

[22] Japón no puede importar electricidad cuando las renovables se detienen. No tiene interconectores ni tampoco puede fiarse de China o de Rusia, evidentemente.

Autor del artículo

<a href="https://joseramonferrandis.es" target="_blank">José-Ramón Ferrandis</a>

José-Ramón Ferrandis

Nacido en Valencia (España) en 1951. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense. Técnico Comercial y Economista del Estado. Salvo posiciones en Madrid, destinado sucesivamente en Ceuta (España), Moscú (URSS), Washington (EE. UU.), Moscú (Rusia) y Riad (Arabia Saudita). Profesor de Análisis Riesgo País, Análisis de tendencias y Mercados internacionales. Analista. Escritor (Globalización y Generación de Riqueza, África es así, Crimen de Estado). Áreas de especialización referidas a su trayectoria. Con el blog espera poder compartir experiencias y divulgar análisis sobre asuntos de interés general, empezando por el clima y terminando por la Geopolítica; sin dejar de lado la situación de España. Lo completará publicando semanalmente la Carta de los martes, que tiene 4 años de existencia.