Carta de los martes del 20 de septiembre de 2022
Queridos amigos:
El 20 de septiembre de 1519, Fernando de Magallanes zarpó desde San Lúcar de Barrameda (Cádiz) con cinco naves[1] en lo que finalmente supuso la primera circunnavegación del mundo.
La intención de Magallanes[2], militar, explorador y navegante portugués, era arribar a las Indias Orientales atravesando el Pacífico y así abrir una ruta comercial que alcanzara las Islas Molucas por Occidente. Para ello, debería hallar un paso hacia el Pacífico por el Atlántico Sur[3]. Era la “ruta hacia el oeste” que ya había buscado Cristóbal Colón. Y sí, cabía la posibilidad de que las Molucas estuviesen en la zona española definida en el Tratado de Tordesillas[4].
España estaba muy interesada en una vía marítima con Asia que no implicase navegar hacia el sur bordeando África y luego ir hacia el este hasta la India. Magallanes tenía experiencia en el mar y conocía bien las Indias, ya que pasó ocho años como soldado de la armada portuguesa en el océano Índico.
Tanto Magallanes como el cosmógrafo Rui Faleiro, que le acompañaba, eran portugueses. ¿Por qué no financió la expedición Manuel I, rey de Portugal? Pues porque éste ya estaba en posesión de una vía para navegar hacia Asia bordeando África y no tenía necesidad de arriesgar financiación para hallar otra. Así, Magallanes[5] decidió exponer al rey Carlos I su proyecto.
El viaje era muy aventurado, pues no había cartas de navegación de esa zona. Sólo se conocían algunas islas del Caribe y las costas desde Centroamérica hasta el norte de Brasil.
Aceptado el proyecto por el Rey español, el 22 de marzo de 1518 se firmaron en Valladolid unas capitulaciones para la expedición, en las que se concedía a Magallanes y Faleiro el título de almirantes. Además, Magallanes fue nombrado comendador, gobernador y adelantado de cuantas tierras descubriese.
Comenzaron los lentos preparativos para el viaje. Fue un proceso largo y complicado. La financiación, que era tanto pública como privada[6], escaseaba. El rey de Portugal, Manuel I, quería obstaculizar los trabajos. Los castellanos desconfiaban de Magallanes y de los restantes portugueses. La mayor dificultad estribó en reclutar tripulación debido a lo arriesgado e incierto del viaje, por lo que ésta quedó integrada en gran medida por proscritos, desesperados, deudores y forajidos[7]. Así pudo alistarse Elcano en la expedición. Su experiencia le valió un cargo importante: maestre (segundo de a bordo) de la nao Concepción. Su capitán era Gaspar de Quesada y el piloto, el portugués Juan López de Carvalho.
El 10 de agosto de 1519 zarpó de Sevilla la escuadra de cinco naves que, descendiendo por el Guadalquivir, llegó hasta San Lúcar de Barrameda. Durante las siguientes semanas, se completó el avituallamiento de la escuadra. Al cabo, la expedición zarpó de San Lúcar el 20 de septiembre de 1519.
Hicieron escala en Tenerife. Bordearon las islas de Cabo Verde y la costa de Sierra Leona. El 3 de octubre de 1519 el tiempo empeoró, por lo que la flota navegó sin rumbo fijo. Durante las tormentas vieron con frecuencia el fuego de San Telmo[8], que interpretaron como una señal divina.
Casi cuatro meses después de abandonar España, el 13 de diciembre de 1519, tocaron tierra en la bahía de Santa Lucía, donde hoy se encuentra Río de Janeiro. Allí permanecieron hasta el 26 de diciembre[9], cuando retomaron el cabotaje hacia el sur. En un punto dado encontraron un gran espacio abierto que se dirigía hacia el interior. Magallanes pensó que habían hallado la entrada al mar del Sur, pero a los quince días se dieron cuenta de que aquello era una gigantesca ensenada, el estuario del río de la Plata[10]. Siguieron costeando el litoral por lo que Magallanes llamó “la Patagonia”. El 31 de marzo de 1520 llegaron a la que llamaron bahía de San Julián, que exploraron. Como se avecinaba el invierno, Magallanes decidió recalar allí hasta la primavera.
En San Julián se dio el primer contacto entre un pueblo indígena, denominado Tehuelche, y la expedición[11]. Las provisiones se agotaban, los días se acortaban y hacía frío. Magallanes redujo las raciones de comida. Varios capitanes y oficiales le exigieron volver a España, considerando un fracaso no haber hallado el paso hacia las Molucas[12]. Los capitanes de las otras cuatro naves se amotinaron para matar a Magallanes[13]. Neutralizado el complot, Magallanes condenó a muerte a Gaspar de Quesada y ordenó descuartizar su cadáver junto al de Luis de Mendoza, muerto durante la revuelta.
El 21 de mayo[14], la Santiago naufragó mientras exploraba la costa meridional de la Patagonia, en la desembocadura del río Santa Cruz. Ya sólo quedaban cuatro navíos. Al zarpar la expedición el 21 de agosto de 1520, Juan de Cartagena y el clérigo Sánchez de Reina fueron dejados en tierra[15].
La expedición siguió hacia el sur y finalmente, entre el 21 de octubre y el 27 de noviembre de 1520, atravesó el estrecho que une los dos océanos. Dado lo complicado de la costa y las dificultades de la mar, cruzarlo fue muy difícil y premioso[16]. Magallanes bautizó como “Estrecho de Todos los Santos” el paso que ahora se conoce como Estrecho de Magallanes. Mientras navegaban por él, los españoles avistaron muchas hogueras en la costa; de ahí que la llamaran «Tierra del Fuego». El 28 de noviembre de 1520, lo que restaba[17] de la armada de Magallanes ya surcaba aquel mar del Sur que, por lo sereno de su superficie, recibió el nombre de “Pacífico”.
Debido a que la San Antonio desertó y volvió a España, la hambruna y el escorbuto se cebaron con las tripulaciones restantes. Durante la siguiente larga singladura (que duró tres meses) se pagaban fortunas para comer una simple rata. El agua estaba corrompida y los hombres comían cuero reblandecido y serrín.
Por fin, el 6 de marzo de 1521 hallaron una isla, llamada “de los ladrones”[18]. Allí, una diezmada tripulación pudo descansar y reavituallarse. Los indígenas[19] llegaron con regalos para estos visitantes, quienes partieron hacia las Molucas, pero antes arribaron a la isla de Cebú, perteneciente a las que llamaron “islas Filipinas” en honor de Felipe II. Era el Extremo Oriente, el sueño de Cristóbal Colón. El 16 de marzo llegaron a las que Magallanes llamó “islas de San Lázaro”.
Magallanes consideraba fundamental mantener la paz con los indígenas y convertirlos al cristianismo. Para asegurar una alianza con Humabón, un jefe indígena de Cebú, Magallanes se enfrentó a su enemigo Lapulapu, el jefe de la isla de Mactán, y a sus 1.500 guerreros. Magallanes murió allí en combate el 27 de abril de 1521. No había podido llegar a las Molucas, las islas de las especias, sitas a sólo unos días de navegación.
A su sucesor, Duarte Barbosa, y a 30 de sus hombres, los mataron en Cebú, en un banquete trampa organizado por el rajá Humabón. El resto de la expedición abandonó la isla y acordó, dado que sólo restaban 108 hombres para gobernar tres naves, quemar la que peor se hallaba[20] y distribuirse entre las otras dos. Se nombró jefe de la Trinidad a Juan López de Carvalho, piloto mayor de la flota, mientras que Gonzalo Gómez de Espinosa mandó la Victoria (siendo elegido jefe de la expedición) y Elcano la Concepción. A partir de entonces, Elcano[21] tomó un enorme protagonismo. A finales de septiembre de 1521, los miembros de la expedición acordaron destituir a López de Carvalho como capitán general por mala conducta[22], nombrando a Gonzalo Gómez de Espinosa su nuevo jefe y capitán de la Trinidad. Juan Sebastián Elcano pasó a capitanear la Victoria.
Las dos naves llegaron a las islas Molucas el 7 de noviembre de 1521. Allí hicieron amistad con el rey de la isla de Tidore, cargaron especias y se aprestaron a regresar a España. Alfonso de Lorosa, portugués, les advirtió que el rey don Manuel había enviado una armada para expulsarles de las Molucas, lo que les hizo acelerar los preparativos. El 18 de diciembre, con las dos naves cargadas de clavo, zarparon. Al poco advirtieron que la Trinidad no podía navegar debido a las vías de agua que tenía. Regresaron a Tidore e intentaron arreglarlas, pero requería mucho tiempo y no lo tenían, así que los capitanes Elcano y Gómez de Espinosa decidieron el 20 de diciembre que la Trinidad se quedase en Tidore hasta su reparación. La Victoria partió de inmediato hacia España por Occidente. Para evitar ser presa de los portugueses debía realizar la travesía sin escalas. Jamás se había intentado singladura semejante.
Elcano aligeró su nave y se aseguró de que quienes le acompañaran lo harían voluntariamente. El resto embarcaría en la Trinidad[23]. Sólo se apuntaron cuarenta y siete hombres (más trece indios esclavos), quedando en tierra los cincuenta y nueve restantes. El 21 de diciembre la pequeña nao zarpaba de Tidore hacia la aventura náutica más difícil y arriesgada de la Historia.
La Victoria se dirigió con rumbo sur hacia Timor. Los vientos la obligaron a realizar escalas imprevistas. Llegaron a Timor el 26 de enero de 1522. Se aprovisionó a conciencia, pues Elcano pensaba navegar los treinta mil kilómetros que le separaban de Sevilla sin escalas. Zarpó de Timor el 11 de febrero. Elcano condujo la Victoria hasta las proximidades de Sumatra, donde cruzó el ecuador. Dejó a su mano derecha toda la costa de la India. Las buenas provisiones se acabaron y la comida se redujo a arroz y agua maloliente. A los calores tropicales sucedieron los fríos, que aumentaban a medida que se acercaban al cabo de Buena Esperanza. El escorbuto reapareció. La nao seguía haciendo agua. Muchos tripulantes suplicaron a Elcano arribar a Mozambique para pedir ayuda a los portugueses, pero Elcano se negó y siguió hacia el sur de África, donde afrontaron el reto de doblar el Cabo de Buena Esperanza. El frío era ya insoportable. Nadie tenía ropa de abrigo. Intentaron el Cabo, pero los vientos soplaban en direcciones contrarias. El capitán bajó hasta los 42 grados de latitud, donde encontró buenos vientos, pero eran demasiado fuertes y le impedían avanzar correctamente. Durante muchos días todo esfuerzo fue inútil[24].
Entonces, Elcano se situó a la altura del Cabo y se dirigió hacia él. El 6 de mayo de 1522 lo doblaron, a sólo 5 leguas de los rompientes. La tripulación aceptó las órdenes de su capitán sin amotinarse, lo que habla mucho y bien del ascendiente de Elcano sobre ella.
Empezó entonces el ascenso por la costa africana, ayudado primero por la corriente de Benguela y luego por los alisios. El calor era agobiante. Murieron trece tripulantes y ocho indios. Próximos al ecuador, Elcano ordenó alejarse de la costa para evitar los puertos portugueses. Empezó a faltar el arroz. La Victoria seguía haciendo agua. La única forma de sobrevivir era haciendo escala en Cabo Verde.
El 9 de julio de 1522 avistaron las islas. Elcano iba a intentar fondear en la de Santiago. Ordenó guardar silencio sobre la singladura que traían. Nadie debía decir que procedían de las islas Molucas, sino de América. Los malayos fueron encerrados, temiendo que fueran reconocidos.
Al arribar se levantó mal tiempo. La mar se picó. Elcano temió por la integridad del buque y ordenó desatracar y retornar mar adentro. Pasada la tormenta, regresó a las proximidades del puerto y ancló. Por precaución envió doce hombres a por suministros en una chalupa.
Los marineros bajaron a tierra y se entrevistaron con el Gobernador, que se creyó la historia que le contaron y ordenó proveerles a cambio de algunas mercancías. La chalupa hizo dos viajes llevando a bordo agua, arroz y otros víveres.
Entonces comprobaron, sorprendidos, que su calendario no coincidía con el de los portugueses, pues parecían haber perdido un día. Luego supieron que no hubo error de cálculo, porque navegando siempre hacia el oeste, siguiendo el curso del sol, y habiendo regresado al mismo punto, debían ganar veinticuatro horas sobre los que permanecían inmóviles[25]. Además, pudieron comprobar que el diámetro de la esfera terrestre era mucho mayor[26] de lo que se pensaba hasta entonces, 12.440 km.
Habían navegado sin tocar tierra desde el 11 de febrero, cuando salieron de Timor, hasta el 9 de julio, cuando arribaron a Santiago: cinco meses ininterrumpidos.
Los españoles necesitaban comprar esclavos para operar la bomba de achique, así como carne y pan. No tenían sino clavo para pagarlos. Esta vez, el producto que ofrecieron los españoles para el intercambio despertó las sospechas de los portugueses. El Gobernador comprendió el engaño de que había sido objeto y ordenó capturar a los doce marineros. Los tripulantes de la nao se percataron de todo desde cubierta, por lo que Juan Sebastián Elcano mandó cortar el cabo del ancla y abandonar Santiago a todo trapo, dejando en tierra a sus doce compañeros. Era el 15 de julio de 1522.
Tardaron 28 días en llegar a España. Alcanzaron San Lúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522. A bordo de la Victoria venían dieciocho hombres cadavéricos, incapaces hasta de bajar a tierra. Hacía más de siete meses que la Victoria había zarpado de Tidore.
La Victoria tuvo que ser remolcada hasta Sevilla. Allí atracó el 8 de septiembre, tras recorrer 46.270 millas marinas (85.692 kilómetros) por todos los mares del mundo durante 1.084 días. Aquel día, los navegantes no desembarcaron. Lo hicieron a la mañana siguiente, en camisa y descalzos, en procesión, con cirios en las manos. Se dirigieron a la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria y a la capilla de la Virgen de la Antigua de la Catedral de Sevilla, como habían prometido hacer en momentos de angustia.
Tras atravesar el Océano Índico y dar la vuelta a África, Elcano fue la primera persona en completar la circunnavegación del globo, ya que consiguió llevar a término la expedición y llegar al puerto de partida, lo que constituyó una hazaña sin precedentes.
Juan Sebastián Elcano informó al emperador Carlos[27]. Éste ordenó a Elcano que fuera a verle a Valladolid con dos de sus compañeros. Carlos I fue generoso. Cedió su quinto real del valor de la mercancía traída para los marineros[28] y nombró caballero a Elcano, otorgándole un escudo que rememoraba su hazaña[29]. Por cédula de 23 de enero de 1523, le otorgó 500 quinientos ducados de oro anuales.
El logro de estos españoles liderados por Elcano tuvo enormes consecuencias de todo tipo. La primera circunnavegación supuso el inicio de un gran sistema de intercambios humanos, económicos, biológicos, agropecuarios y culturales entre continentes, creando así los rudimentos de un sistema económico mundial. Filosóficamente, se concibió la aparición de un solo mundo. Económicamente, los monopolios[30] y las trabas[31] sufrieron un golpe decisivo.
Ante las perspectivas de explotación comercial, se creó un mecanismo de financiación, integrado tanto por caudales de la Corona Española como por capital privado de los mercaderes castellanos. Sobre esa base se fundó en La Coruña una nueva Casa de Contratación especializada en el comercio de especias. Desde allí, tres años después de la circunnavegación, salió una segunda expedición, costeada por los Fugger y mandada por García Jofre de Loaysa. Elcano viajaba como piloto mayor. Pero aquella expedición, que salió de La Coruña en 1525, fracasó por la muerte de Loaysa y de Elcano. Juan Sebastián Elcano murió[32] el 4 de agosto de 1526, a bordo de la nao Santa María de la Victoria, nave distinta de su heroica singladura, pero con el mismo nombre.
La frase del día es un aforismo que tenía vigencia en la URSS[33]. Viene a cuento del comportamiento que con el joven Juan Sebastián Elcano tuvo el Estado de la época, que no pagó sus deudas al marino. Cuando éste pignoró su buque para a su vez cumplir con sus compromisos de pago con sus marineros y no pudo recuperar la prenda, incurrió en ilegalidad y el Estado empezó a perseguirle. Típico comportamiento asimétrico del poder, frecuentemente en beneficio de las élites que lo ostentan.
La frase en concreto es eterna y universal: “Si no engañas al Estado, engañas a tu familia”. El ciudadano soviético no tenía dudas ni remilgos. Entonces como antes y después, el Estado actúa como si usted YA le estuviera engañando.
[1] La expedición estaba formada por cinco embarcaciones con 239 hombres al mando de Magallanes, en la capitana, la Trinidad (62 hombres); las otras cuatro eran la San Antonio (57), la Concepción (44), la Victoria (45) y la Santiago (33).
[2] Era hijo de Rui de Magalhães y de su primera esposa Alda de Mesquita.
[3] El paso por tierra del Atlántico al Pacífico ya se conocía en 1519, porque en 1513 el conquistador español Vasco Núñez de Balboa había avistado el Pacífico, al que llamó “mar del Sur”, a través de Centroamérica.
[4] El Tratado de Tordesillas de 1494 dividía por una línea imaginaria en el océano Atlántico los reinos de España y Portugal. Ello condicionaba la influencia en el nuevo mundo. España controlaba la zona Oeste, y con ello buena parte del continente americano, además de las Canarias. Portugal controlaba toda la zona Este, con territorios desde África hasta el océano Índico y el pico oriental de Sudamérica, lo que permitiría la colonización de Brasil.
[5] Que había estado estudiando durante años las cartas marinas más modernas y conocía las Molucas desde 1509, en cuya conquista (1511) participó. Magallanes, enriquecido y con un esclavo de Sumatra (Enrique de Malaca), regresó a Europa.
[6] El mercader Cristóbal de Haro suministró parte de los fondos y mercancías para trocar por especias.
[7] Entre ellos había uno cuyo nombre era Juan Sebastián Elcano. Su condición de proscrito le impedía embarcar en cualquier nave, cuánto más una real. Pronto sabremos de él.
[8] El fuego de San Telmo es una descarga eléctrica luminosa continua y de intensidad ligera o moderada que se produce en la atmósfera. Visualmente es un resplandor brillante blanco-azulado. Aparece en pararrayos, veletas, mástiles de barcos o extremos de las alas de aeronaves en vuelo.
[9] Las estancias en la costa de Brasil fueron breves porque la expedición no estaba autorizada a recalar en territorios portugueses (Tratado de Tordesillas).
[10] Descubierto por Juan Díaz de Solís en 1516.
[11] Tras varios días de intercambios de mercancías, Magallanes ordenó raptar a dos aborígenes para llevarlos al rey Carlos I. Uno de ellos consiguió escapar y el otro murió al negarse a comer.
[12] La zona era inhóspita, las condiciones de vida, muy duras y las expectativas, inciertas.
[13] Los conspiradores principales fueron Juan de Cartagena, veedor; Luis de Mendoza, tesorero; Antonio de Coca, contador y Gaspar de Quesada, capitán de la Concepción.
[14] Otras fuentes citan el 3 de mayo.
[15] Entre los amotinados estaba Juan Sebastián Elcano, que tomó el mando de la nao San Antonio cuando los sublevados prendieran a su capitán, Álvaro de Mezquita. Magallanes perdonó a más de cuarenta hombres por considerarlos necesarios para la expedición. Elcano no tenía en estima a Magallanes, tanto por su autoritarismo como por marginar a los españoles en los mandos de la armada.
[16] El procedimiento utilizado para hallar el paso fue minucioso. Una nave se adelantaba buscando el mejor camino. Volvía y guiaba al resto hasta el final de la zona explorada. Y así, hasta llegar al Océano Pacífico.
[17] La tripulación de la San Antonio se había sublevado antes de cruzar el estrecho y hecho regresar la nave a España. Llevaban el grueso de las provisiones. Sólo quedaban tres naves.
[18] Probablemente la actual isla de Guam.
[19] La expedición había arribado a la llamada Isla de los Ladrones (probablemente, Guam) en el archipiélago de las Marianas.
[20] Era la Concepción. Ya sólo quedaban dos.
[21] Juan Sebastián Elcano nació hacia 1486 en Guetaria, Guipúzcoa, Corona de Castilla. Fue el primogénito de nueve hermanos. Desde muy joven se enroló en barcos pesqueros y comerciales, lo que le dio gran experiencia marinera. Hacia 1509 contaba con una nave de doscientas toneladas con la que participó en la expedición militar contra Argel y en otra campaña en Italia, a las órdenes del Gran Capitán. Durante esta campaña, Elcano hipotecó su nave a unos mercaderes saboyanos para pagar los sueldos que adeudaba a su tripulación. La compensación económica que le debía la Corona por los servicios prestados no llegó nunca, por lo que perdió su nave. Al hacer esto, Elcano incurrió en un delito, ya que una ley de la época prohibía vender embarcaciones armadas a extranjeros en tiempos de guerra.
[22] No sólo fue por eso. Predominaba la opinión de que los jefes portugueses (incluido Magallanes) habían eludido a propósito las Molucas para no perjudicar a Portugal, monopolista del comercio de las especias.
[23] La Trinidad fue arreglada durante tres meses y partió de Tidore el 6 de abril de 1522 con cincuenta y cuatro hombres y novecientos quintales de clavo. No pudo encontrar la ruta apropiada para regresar a América y regresó a las Molucas, tras infinitas penalidades, al cabo de cinco meses, y con diecisiete supervivientes, que fueron hechos prisioneros por los portugueses.
[24] Antonio Pigafetta, cronista y geógrafo veneciano, participó en la expedición a sus expensas. Volvió vivo. Escribió un diario completo del viaje. Afirmó lo siguiente: “Tuvimos que permanecer nueve semanas enfrente de este Cabo, con las velas recogidas, a causa de los vientos del Oeste y del Noroeste, que tuvimos constantemente y que acabaron en una horrible tempestad”.
[25] Era la primera vez que se comprobaba experimentalmente ese fenómeno, apuntado en el siglo XIV por el geógrafo árabe Abulfeda.
[26] 12.742 kilómetros.
[27] “Dígnese saber V. M. que hemos regresado dieciocho hombres con uno sólo de los barcos que V. M. envió bajo el mando del capitán general Hernando de Magallanes, de gloriosa memoria. Sepa V. M. que hemos encontrado alcanfor, canela y perlas. Se digne estimar en su valor el hecho de que hemos dado toda la vuelta al mundo, que partidos por el oeste, hemos vuelto por el este”.
[28]Incluidos los 12 prisioneros de Cabo Verde, que regresaron semanas más tarde a Sevilla, vía Lisboa.
[29] En el escudo figuraba un globo terráqueo y la leyenda: Primus circumdedisti me (“El primero que me circunnavegaste”).
[30] En la Edad Media, el comercio de las especias estaba en manos de los árabes, por una ruta lenta y cara.
[31] Tras la caída de Constantinopla en 1453, Turquía bloqueó el paso de los estrechos e impuso altas tasas. Esto hizo que españoles y portugueses empezaran a buscar alternativas más baratas.
[32] Se dice que de escorbuto, pero los síntomas, la etiología y la coincidencia entre ingesta y fallecimiento de un numeroso grupo de personas es más compatible con ciguatera, al consumir todos ellos una enorme barracuda.
[33] Estoy seguro de que el lector conoce perfectamente qué fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, un fiasco criminal de primera clase en la Historia infame de la Humanidad, que se caracterizaba básicamente porque la propiedad de los medios de producción se hallaba en manos (es un decir) del Estado. Dicho de otra forma, la propiedad individual se hallaba extraordinariamente restringida. El Estado decidía por ti. Lógicamente, su fracaso fue monumental.